Twitter es un hervidero social, un caldero con grasa requemada que inflama sólo con mirarlo. En Twitter hay pocas posibilidades de quedar fuera de la negatividad, de los ataques de odio y de la desinformación, al mismo tiempo que nos lleva a un círculo de contenido que refuerza nuestras ideas y prejuicios y nos aísla […]
El Inegi adjudicó un contrato para recibir servicios de ciberseguridad de la compañía mexicana Silent4Business, de la empresaria Layla Delgadillo Aguilar, por 3.6 millones de pesos.
Ocho empresas presentaron propuestas económicas para ofrecer los servicios de ciberinteligencia y hackeo ético para el Inegi a partir del 1 de abril de 2021. El ganador de esta licitación, en la que no se delimitó el monto del contrato, se conocerá el 12 de marzo.
El Inegi quiere un proveedor que le ayude con el análisis de riesgos cibernéticos, que verifique la seguridad de sus propiedades digitales y que realice “pruebas de penetración” para evitar la vulneración de sus sistemas informáticos.
El gobierno, las empresas, el
sistema de salud, las instituciones educativas, financieras y la sociedad tienen
en la infraestructura de telecomunicaciones, la radiodifusión y los servicios
digitales a aliados extraordinarios para enfrentar la pandemia por la Covid-19
y la recuperación económica de México. La autoridad debe coordinar las acciones
necesarias pero sobre todo preservar su sana distancia para que las redes y los
servicios se sigan prestando con eficiencia, oportunidad y continuidad.
Desde hace mucho tiempo lo
habíamos dicho, pero ahora es evidente que las telecomunicaciones contribuyen a
preservar lo más valioso del ser humano: la vida. Ahora, además se demuestra
que son herramientas indispensables para garantizar el derecho a la salud, a la
educación o el acceso a la cultura y el esparcimiento mientras la población se
encuentra confinada en sus hogares.
En la medida en que el coronavirus se ha propagado por el mundo, la tecnología digital y la industria de telecomunicaciones han jugado un papel fundamental para detectar los casos, identificar personas contagiadas, detener la propagación y brindar atención médica a través de plataformas tecnológicas.
Los académicos Nick Couldry y Ulises A. Mejías tienen una teoría: el desarrollo de la tecnología digital ha gestado una nueva forma de colonización, una colonización total a través de la recopilación de los datos. Es un nuevo y enorme despojo, dicen, que sienta las bases de una realidad emergente que supera las nociones hasta ahora descritas de los llamados capitalismo digital, informacional, de vigilancia o de plataformas. Nick Couldry, profesor de la London School of Economics and Political Science, cita a Hegel para explicar que las consecuencias de esta colonización de las personas a través de los datos es una pérdida de libertad, pero sobre todo de la pérdida de nuestra memoria sobre lo que es la libertad. ¿Qué haremos si olvidamos lo qué es vivir en libertad?, se pregunta.
Si las denuncias en la prensa fueron insuficientes, si los informes de organizaciones no gubernamentales fueron insuficientes y si los trabajos documentales de UNICEF fueron insuficientes para alertar sobre el trabajo forzado al que son sometidos miles de niños en el Congo para la extracción de cobalto, un mineral indispensable en la producción de baterías de iones de litio utilizadas en smartphones, computadoras portátiles, asistentes de voz y autos eléctricos, quizá una demanda en una corte federal estadounidense pueda hacer suficiente ruido para cambiar la manera de hacer las cosas.
Los demandados son algunas estrellas de la nueva economía global: Apple, Alphabet (Google), Dell, Microsoft y Tesla, líderes de la alta tecnología que mueve el mundo contemporáneo: los aparatos móviles conectados a internet, alimentados con baterías de iones de litio recargables. Estas compañías, dice la demanda, se han enriquecido injustamente del trabajo infantil, mal pagado y en condiciones extremadamente peligrosas.
Usted compra un vehículo de lujo o compacto y al día siguiente se entera por los medios que ese fabricante ya no tendrá refacciones ni dará mantenimiento. Después del shock inicial, lo más probable es que usted busque desprenderse de ese auto lo más pronto posible y nunca más compre esa marca. Esa es la percepción de millones de usuarios de dispositivos Huawei, esa la intención del gobierno de Estados Unidos al incluir a dicho fabricante chino en la lista negra del Departamento de Comercio de la Unión Americana. Pero lo que no mata, fortalece.
Durante más de un año, un fallo de la titular del Juzgado Trigésimo Octavo de lo Civil de la Ciudad de México impidió la importación y venta de los dispositivos de Roku en México. No sólo se afectó el negocio de la compañía, sino la posibilidad de que los consumidores mexicanos tuvieran al alcance otra manera de ver televisión.
“En un mundo en el que los coches son conducidos por un sistema autónomo, ya no puedes competir con una cooperativa. Para eso necesitas tener tu propia Inteligencia Artificial y para eso necesitas la clase de inversión masiva que tiene Uber, más las bases de datos que te lleva de ventaja. Ahora mismo siento que es mi obligación desengañar a todas esas personas que piensan que puedes ofrecer una alternativa local a estas plataformas. Para resolver este problema hay que elevarlo a la categoría nacional o europea”, dice Evgeny Morozov en esta entrevista con Martha Peirano en El Confidencial.