Ilustración de Nayelly Tenorio

Este artículo se publicó en El Economista el 10 de enero de 2021.

WhatsApp anunció que a partir del 8 de febrero negará su servicio a los usuarios que no acepten su nueva política de privacidad, que básicamente es la misma de toda la vida, esa que le permite transferir datos personales a Facebook y a toda su red de compañías. Como hacen Google o Telcel.

Pero ardió Troya: los usuarios despotricaron en redes sociales y amenazaron con abandonar WhatsApp, como si no supieran, primero, que WhatsApp pertenece a Facebook, la mayor extractora de datos personales del planeta, y, segundo, que cuando un producto es gratuito, como WhatsApp, es en realidad porque los usuarios son el producto. Y esto último es un lugar común ya muy choteado, por cierto.

Por eso es necesario dejar en claro algunas cosas.

1. From Facebook

WhatsApp es una aplicación móvil de mensajería instantánea propiedad de Facebook desde 2014 y, desde junio de 2019, lleva la leyenda: “From Facebook” (“Desde Facebook”), para que quede claro a quién pertenece. La integración de WhatsApp con Facebook se inició compartiendo infraestructura; con el tiempo, la relación se profundizó hasta alcanzar la información de los usuarios.

“La actualización no cambia las prácticas de intercambio de datos de WhatsApp con Facebook”, dice un comunicado de WhatsApp emitido tras el anuncio de su “nueva” política de privacidad. Y añade: “En lo que respecta al intercambio de datos con Facebook, por favor ten en cuenta que WhatsApp actualizó su política hace más de 4 años para describir cómo trabajamos con Facebook, y el resumen sigue siendo el mismo que dijimos en ese momento”. O sea, que nadie se dé por timado.

¿Qué es lo nuevo entonces? Un servicio de almacenamiento de chats entre empresas y usuarios de WhatsApp, para agilizar las relaciones comerciales dentro de la plataforma. Para posibilitar ese servicio era necesario actualizar el aviso de privacidad.

2. Extractivismo de datos

Facebook es una máquina de extracción de datos personales. Ni Google con sus múltiples servicios gratuitos consigue extraer tanta información personal e íntima como Facebook, cuyos usuarios abren mentes y corazones en sus muros y en sus conversaciones por Messenger sin que nadie les obligue.

La app de WhatsApp para móviles extrae y transfiere a Facebook 7 conjuntos de datos, como información de la cuenta (número de teléfono, correo electrónico), datos de ubicación aproximada y contactos del usuario.

La app de Facebook para móviles extrae datos en dos categorías: una, para rastreo del usuario “en apps y sitios que son propiedad de otras empresas” distintas a Facebook y, otra, sobre identidad y hábitos, que suman 14 conjuntos: contenido publicado, historial de navegación, interacciones (likes, reacciones, posts compartidos), contactos, ubicación exacta y aproximada…

Comparado con Facebook, WhatsApp es Bambi. Y no veo a ningún atormentado cancelando su cuenta de Facebook.

3. Censura corporativa

La próxima frontera del control corporativo de la libertad de expresión se producirá en WhatsApp, por más que la compañía asegure que los mensajes están encriptados de punto a punto, protegidos por códigos y fórmulas matemáticas indescifrables que ni el propio WhatsApp puede leer.

La suspensión de las cuentas en Facebook e Instagram del impresentable Donald Trump, a 13 días de que desocupara la oficina con el mayor poder político y militar del planeta, es un recordatorio del poder de Facebook para controlar la opinión pública. (Para los despistados: Instagram también es propiedad de Facebook).

WhatsApp puede transferir datos personales a Facebook en países fuera de la Unión Europea porque las leyes se lo permiten. En la Unión Europea existe una regulación muy defensiva de los datos de sus ciudadanos que impiden estas transferencias, lo que tampoco significa que los datos no se exploten comercialmente. ¿Queremos que las cosas sean distintas? Cambiemos la ley.

5. Desconéctate

Un amigo perdió su título universitario y, como no existen las reposiciones de ese documento, la solución más viable parecía que volviera a estudiar la licenciatura. Así ocurre con los datos personales en la economía digital: la única manera de no ser expoliado es morir y volver a nacer en una selva sin conexión a internet. Quien lo consiga, que me avise para hacerle un reportaje.

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