Carlos Marín, como director editorial de Grupo Milenio. Captura de pantalla de Milenio TV.

El legado de Carlos Marín al frente de Milenio debe calificarse con el trabajo firmado por el propio Marín, con sus filias y sus fobias, y también con el trabajo de un director que dejó que cientos de periodistas ejercieran con la mayor libertad posible en un ecosistema de medios que, como México, también debe cambiar, escribe José Soto Galindo en este artículo para Buzzfeed News México.

Carlos Marín dirigió un proyecto periodístico de una diversidad apabullante: las páginas de Milenio Diario han acogido reportajes imprescindibles sobre medio ambiente y la defensa de los pueblos de su territorio, como los que publica cotidianamente el periodista Agustín del Castillo en la edición Jalisco; los artículos de crítica política o de divulgación de la ciencia que durante años desarrolló Luis González de Alba, o trabajos pioneros y ejemplares en el uso de las herramientas de transparencia gubernamental disponibles en México, como el toallagate de 2001 que exhibió las toallas de 4,025 pesos compradas para satisfacción del presidente Vicente Fox Quesada. Ese reportaje le valió el Anabel Hernández el Premio Nacional de Periodismo.

La fotógrafa Mónica González Islas (2011) y los humoristas José Antonio Baz “Jabaz” (2005) y Rafael Pineda “Rapé” (2016) son otros profesionales de Milenio que han ganado ese galardón, por citar el más prestigioso de México y que en 2014 premió la investigación La Casa Blanca de Enrique Peña Nieto. El reconocimiento más reciente lo hizo Ricardo Raphael en Periodismo urgente (2017), una recopilación para el Inai de trabajos basados en solicitudes de acceso a la información: de los 12 seleccionados, dos son de Víctor Hugo Michel para Milenio Diario, de 2011 y 2012.

Esta lista realizada a bote pronto —y muchísimos otros reportajes, fotografías, cartones, artículos y entrevistas que no alcanzo a citar— formará parte del legado de Carlos Marín como director de Milenio, puesto que dejó el 31 de julio a los 70 años de edad y que fue informado como el primer paso de una “obligada reconversión digital” de Grupo Milenio. Cada historia publicada tiene sus particularidades y repercusiones, no sólo por el servicio público que significa el periodismo, sino también para el negocio de la compañía. Cada historia construye el prestigio editorial de un colectivo de profesionales.

Lo que quiero aquí es separar el trabajo individual de Carlos Marín, el que lleva su propia firma, del de los cientos de profesionales a quienes permitió ejercer el periodismo y publicarlo en un medio del ecosistema mexicano, tan dado a priorizar el mensaje que conviene a los poderosos. Seguramente Carlos Marín se equivocó infinidad de veces al tomar decisiones, al contratar o despedir personal, al avalar un reportaje o evitar su publicación, al elegir sus batallas, pero también abrió espacio para que otros desempeñaran un periodismo de calidad, crítico y combativo.

Milenio es mucho más que Carlos Marín gracias a Carlos Marín y a decenas de periodistas y ejecutivos de medios que han pasado por la nómina de la compañía. Sólo quienes han dirigido medios con alcance e incidencia real en México saben lo que es estar en la esa línea de fuego, la de las amenazas, coerciones y presiones, la de las permanentes dudas de los propietarios de medios para evitarse problemas y a quienes hay que convencer de publicar, criticar y denunciar incluso si se pone en riesgo el negocio. Ejercer el periodismo en México también es peligroso para quienes visten de traje la mayor parte del día. Cada uno enfrenta las adversidades con las herramientas y el temperamento que tiene al alcance. En el camino hay discrepancias y puntos de vista divergentes, los enemigos surgen en momentos inesperados y las amistades se pierden con facilidad. Los directores de medios se enfrentan a la deslealtad, la soberbia y la ingratitud con demasiada frecuencia. No es un trabajo sencillo y muchas veces hay que comer mierda.

Grupo Milenio emprenderá su “obligada reconversión digital” en un país que también está por cambiar. Será una nueva etapa corporativa y periodística en un contexto de cambio de élites de poder y de las relaciones entre gobierno y medios. Habrá una reconfiguración de dinámicas políticas, de usos y costumbres. Influirá el anuncio del próximo presidente, Andrés Manuel López Obrador, de reducir 50% el presupuesto para publicidad oficial, pero sobre todo será consecuencia de una ciudadanía con mejores herramientas y posibilidades de incidir en la vida pública y en el diseño democrático, con actores de la sociedad civil más sofisticados y profesionales, mayor transparencia y un entorno de negocios convergente, competitivo y que premia cada vez más la calidad y la honestidad.

El legado de Carlos Marín al frente de Milenio debe calificarse con el trabajo firmado por el propio Marín, con sus filias y sus fobias, y también con el trabajo de un director que dejó que cientos de periodistas ejercieran con la mayor libertad posible en un ecosistema de medios que, como México, también debe cambiar.

Periodista. Desde 2010 edita la versión digital de El Economista en la Ciudad de México. Maestro en Transparencia y Protección de Datos Personales por la Universidad de Guadalajara. Tiene especialización en derecho de las telecomunicaciones y las tecnologías de la información. Contacto: soto.galindo@gmail.com https://twitter.com/holasoto https://economicon.mx

Contactar a José Soto Galindo en soto[arroba]economicon.mx

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