Pemex, refinería 18 de Marzo en Azcapotzalco, en 1946. Foto: Pemex

Los datos son una materia prima obligada de la nueva expansión económica, impulsada por las tecnologías de la información y la comunicación, como en su momento y circunstancias lo fueron la seda, el carbón, el ferrocarril y el petróleo. Hay quienes encuentran una analogía perfecta en el tratamiento de los datos con la transformación industrial del petróleo: extracción, refinación, valuación, compra y venta en diferentes presentaciones. Uber posee la mayor información sobre hábitos de traslados intraurbanos y condiciones del tráfico vial en cientos de ciudades del mundo, lo que le permite ajustar la oferta conforme a patrones de demanda; Netflix conoce tanto a sus usuarios que, al registrar el uso que éstos dan de sus servicios la compañía puede mejorarlos para ofrecer nuevas funcionalidades, mejorar la usabilidad y atraer a nuevos usuarios. Es ya clásico el ejemplo de la primera campaña presidencial de Barack Obama, en la que un equipo de científicos de datos realizó cientos de ejercicios en vivo para comprender las dinámicas de los contribuyentes y lograr que más personas aportaran dinero a la campaña.

“El dato es un activo, pero muchos todavía están dudando, no ven beneficios para invertir en datos”, advierte Marilú López, presidenta del capítulo México de la Data Management Association (DAMA) International. Esta asociación, con más de un año de operaciones en el país, está dedicada a la promoción de las mejores prácticas en la gestión de datos e información, para que las organizaciones puedan sacar el mejor provecho de esta nueva clase de activos, como la ha calificado el World Economic Forum (WEF). El aprovechamiento de los datos obliga a extraer conocimiento de ellos; lo que importa son los algoritmos, las fórmulas matemáticas con las que se extrae valor de los datos, en palabras de Hal Varian, economista en jefe de Google y autor de una veintena de trabajos académicos sobre predicción a partir de algoritmos. “El éxito de Google se basa en las recetas, no en los ingredientes”, dice Varian.

Netafim, la firma de riego israelí recién adquirida por la mexicana Mexichem, es un ejemplo concreto de la creación de inteligencia a partir de datos. A Netafim se le atribuye la invención del sistema de riego por goteo. Buena parte de su magia consiste no sólo en el desarrollo de tecnología para el monitoreo y control de los dispositivos de riego, sino en las soluciones que obtiene a partir de la información recabada para identificar problemas, pronosticar nuevos retos y desarrollar soluciones específicas en tiempo real, describió Lior Doron, director de Tecnología de Gestión de Cultivos de Netafim en el blog de la compañía. “Es indispensable alcanzar un conocimiento agronómico e hidráulico profundo y holístico”, dijo Doron. Netafim pone a disposición de los agricultores un sistema de información para que puedan comparar el rendimiento de parcelas, condiciones ambientales y riesgos sanitarios comunes en la zona. Se trata, de acuerdo con Doron, de compartir conocimiento y mejores prácticas.

Se trata de un espíritu compartido por DAMA, cuyo trabajo consiste en compartir experiencias para crear una cultura de gestión de datos e información. Cuenta con un marco para el manejo y aprovechamiento de los datos (framework) que incluye todas las disciplinas relacionadas con el tema, desde las áreas tecnológicas hasta los departamentos de cumplimiento regulatorio. Se trata de contribuir a la integridad de los datos, con seguridad y ética en el tratamiento. “Parte de lo que promovemos es darle valor a los datos”, dice Marilú López, presidenta de la asociación en México. Un valor que no sólo debe ser expresado en términos económicos, sino también en su utilidad para mejorar nuestras sociedades. Estamos a tiempo de construir un ambiente regulatorio sano para este “petróleo” de la economía digital, que permita la innovación y proteja los derechos fundamentales.

Este artículo originalmente se publicó en El Economista el 5 de noviembre de 2017.

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