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La violencia de género digital aumenta la brecha digital

Una de las consecuencias más graves de la violencia de género digital es que la mujer que la sufre es más susceptible de reducir su participación en la esfera pública, lo que ensancha la brecha digital, me dijo la semana pasada Jessica Matus Arenas, una de las activistas contra la violencia de género más prestigiosas de América Latina.

Se trata de un silenciamiento, de un despojo de la voz y de la presencia, con consecuencias en el ejercicio y disfrute de derechos.

Matus lleva años trabajando el tema desde diversos frentes. Ahora encabeza Datos Protegidos, una organización dedicada chilena a la ciberseguridad, la defensa de la libertad de expresión, la protección de la privacidad y el estudio de la tecnología y su intersección con los temas de género.

Hay que identificar la violencia de género digital y actuar, dice Matus, y recuerda un lema de las manifestaciones contra la violencia contra las mujeres: Amiga, no te vayas de internet.


El Inai nos ha fallado

– El Inai, el instituto nacional encargado de la protección de nuestros datos personales, nos ha fallado. Renunció a su responsabilidad de combatir en la Suprema Corte las reformas legislativas de noviembre que darán al SAT, la oficina de recaudación de impuestos, mayores capacidades de vigilancia y control.

– Con las nuevas reformas, todos los mayores de 18 años estarán obligados a enlistarse en el registro federal de contribuyentes (el RFC), una base de datos personales que incluye datos biométricos, sin importar si tienen actividad económica o no. Basta cumplir 18 años para tener que enlistarse.

– El SAT además podrá utilizar medios tecnológicos para controlar domicilios de los contribuyentes y crear un mapa geográfico fiscal: georreferenciación, vistas panorámicas o satelitales.

– Estas reformas de 2021 al Código Fiscal de la Federación aumentarán los registros personales en poder del SAT. El año pasado, el SAT consiguió mediante otra reforma legislativa la posibilidad de lucrar con nuestra información personal ofreciendo un servicio de verificación de identidad similar al que ofrece el INE a los bancos.

– El aumento indiscriminado, desproporcionado e innecesario de los registros personales en las bases de datos del SAT crea riesgos enormes: imaginen una filtración de nuestros datos biométricos —no me crean a mí, créanle a Irene Levy Mustri y lo que dice en esta entrevista— y sólo servirá para aumentar el inventario de datos con los que el SAT podrá lucrar.

– El Inai estaba obligado a luchar por nuestros datos personales y evitar una mayor recogida de nuestra información personal. La última vez que el Inai renunció a su obligación de combatir una ley lesiva de nuestra vida privada, la de telecomunicaciones, las herramientas creadas para la intervención de comunicaciones privadas fueron usadas para vigilar a activistas y espiar a opositores políticos.

– El dato personal mejor protegido es el dato no recogido. El Inai nos ha fallado.

Así las cosas. Nos leemos el próximo martes. Cuídense mucho.

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