El expresidente Luis Echeverría murió a los 100 años. Hace medio siglo durante su sexenio (1970-1976) se amplió la oferta de televisión pública como contrapeso a la TV privada, se conformó Televisa, se propició el golpe a Excélsior y al final de su mandato se fundó la revista Proceso.
Fue un periodo de incipiente “apertura democrática” motivada por los acontecimientos de 1968, de una fuerte relación simbiótica de los medios con el poder, de un periodismo encorsetado a las pocas libertades de prensa, pero también fue un sexenio de ruptura y críticas al régimen autoritario.
En materia de televisión, 1968 fue crucial para el entonces Secretario de Gobernación, no sólo por lo sucedido en la Plaza de Tlatelolco, sino por la proyección que alcanzó el país por la transmisión vía satélite de los Juegos Olímpicos ese año, los primeros en verse a color a nivel mundial.
Al iniciar Echeverría su gobierno en 1970 existían el Canal 8 (Televisión Independiente de México) del grupo industrial Alfa de Monterrey, Canal 13 (Corporación Mexicana de Radio y Televisión) de Francisco Aguirre y Alejo Peralta y Telesistema Mexicano (conformado desde 1955 por los canales 2 Televimex de Emilio Azcárraga, 4 Televisión de México de Rómulo O’Farrill y 5 Televisión González Camarena), además del Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional.
Con Echeverría el gobierno se interesó, se preocupó y participó directamente en la televisión por razones políticas. Proliferaron críticas a la deplorable calidad de los contenidos televisivos, su bajo nivel educativo, su baja moralidad y sus “programaciones indeseables”, según explicaba en 1976 la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Instituciones como la Coparmex, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la UNAM, con sus cuestionamientos, legitimaron la creación de una televisión pública (administrada por el Estado) que terminaría siendo oficialista, gobiernista y estatista, incluso 50 años después.
En 1971 la Facultad de Comercio y Contaduría de la UNAM realizó para la Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión la primera Encuesta Nacional sobre Radio y Televisión sobre los hábitos de recepción de los mexicanos, donde se evaluó el desempeño del medio. A la pregunta sobre cómo se estaba utilizando la televisión, 16% respondió de forma acrítica “excelentemente” y 54% “adecuadamente”.
Un desplegado de la Coparmex, publicado el 4 de noviembre de 1971, se quejaba de los contenidos de la TV:
“Muchos programas de televisión, además de exhibirse en horas totalmente inadecuadas para los niños y sus familias, no sólo presentan escenas de pornografía ordinaria y de nudismo, sino que insinúan o agreden con repugnantes actitudes de homosexualidad, como ocurre con los de ‘Ensalada de locos’ y ‘Los Polivoces’ (…). En el mejor de los casos, se incurre en verdaderas aberraciones, por lo que al uso del lenguaje se refiere…”
El SNTE también se lamentaba de la TV esa misma fecha:
“Ya basta de manga ancha con la televisión. Es necesaria la acción oficial para controlar la calidad no solamente de los programas sino de los comerciales, que en su mayoría resultan vulgares y fomentan malos hábitos. Deben ponerse programas de tipo social e inclusive político para que el pueblo esté politizado y conozca sus derechos y obligaciones en lugar de proyectar los cortos importados que fomentan el uso de drogas.”
Estos reclamos a la TV fascinaron a Echeverría, quien sin duda los fomentó. Alejo Peralta terminó vendiendo al gobierno 49% de su participación en el Canal 13 y después lo hizo Francisco Aguirre presionado. La Sociedad Mexicana de Crédito Industrial (Somex) adquirió 100% de las acciones de la televisora.
El 15 de marzo de 1972 se creó Televisión Cultural de México, una cadena de TV pública paraestatal encargada de difundir cultura, educación, progreso, unidad y llevar los contenidos de la televisión a zonas rurales donde no llegaba la TV comercial. Posteriormente, cambió su nombre a Televisión Rural de México y luego a Televisión de la República Mexicana, lo que se conocería como Red Imevisión, cuyas nuevas instalaciones (antes en la calle de Mina) se ubicaron en el Ajusco en 1976. El objetivo era crear sistemas regionales de televisión y una televisora pública en cada entidad del país.
El primer director del Canal 13 fue Antonio Menéndez hasta 1974 cuando falleció. Fue reemplazado por el entonces senador tabasqueño Enrique González Pedrero, maestro de Andrés Manuel López Obrador. González Pedrero entendía el Canal 13 “como una empresa responsable de informar, divertir y difundir la cultura” y no “encaminada únicamente a propagar las cuestiones que interesan al gobierno”. En este tema, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no le aprendió nada a su mentor tabasqueño.
Los concesionarios privados reaccionaron a los cuestionamientos, a los reclamos de programación extranjerizante y a la “amenaza” de un nuevo competidor público desde el gobierno. No cabe duda de que las acciones y políticas de Echeverría en televisión terminaron por unir a los radiodifusores.
En diciembre de 1972 se fusionaron Televisión Independiente de México y Telesistema Mexicano. Surgió el consorcio Televisión Vía Satélite (Televisa) en los canales 2, 4, 5 y 8, el cual empezó a operar el 8 de enero de 1973.
La naciente Televisa también reaccionó a los reclamos. Destinó el canal 8 a temas culturales bajo la dirección del dramaturgo Miguel Sabido, mediante el concepto de “entretenimiento con un beneficio social comprobado” (entertainment education).
En 1973 se publicó la Ley Federal Electoral que por primera vez obligó a los medios de comunicación electrónicos a otorgar tiempo gratuito a los partidos políticos. Ese año también se publicó el Reglamento de la Ley Federal de Radio y Televisión, donde se detallan las atribuciones de la Secretaría de Gobernación como encargada de vigilar las emisiones de radio y TV y definió los tiempos de publicidad en los medios electrónicos.
La visión política y estatista de Echeverría le permitieron crear una televisión pública originalmente concebida al servicio de la cultura, la educación, la identidad, la integración y el desarrollo nacional. Cincuenta años después los llamados medios públicos, en mayor o menor medida, perpetúan el oficialismo noticioso, la visión del gobierno en turno y son cadenas de transmisión de la propaganda de la 4T. En la visión de los medios públicos, Echeverría y AMLO sí se parecen.
* Este artículo originalmente se publicó en la revista Proceso el 13 de julio de 2022.
Jorge Bravo es presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi).
Twitter: @beltmondi