El senador Ricardo Monreal con el presidente López Obrador, el 20 de maezo de 2020. Foto: Ricardo Monreal A. @RicardoMonrealA

La iniciativa monrealista no busca pluralidad ni promoción de contenidos independientes de calidad, sino que las plataformas de streaming de video compren catálogos, programas, series y transfieran rentas a las televisoras comerciales, las únicas que producen esa cantidad de horas. Con un ingreso seguro para ellas, el riesgo disminuye y la calidad también.

Evidenciaré la importancia del contenido local con un caso inusual: el informe 2019 de YouPorn revela que lo que más buscan los usuarios mexicanos de pornografía es… “mexicanas”. Lo anterior se repite desde 2015, cuando se publicó por primera vez el reporte. Esta misma tendencia ocurre en 21 de 32 países analizados, entre ellos Japón, Francia, Alemania, Brasil, Polonia, India, Rusia, Suecia y Argentina. Lo local gusta mucho y es un buen negocio.

La iniciativa del senador Ricardo Monreal (Morena) de imponer a las plataformas de streaming una “cuota de contenidos” de 30% de producción nacional sigue esa tendencia global que aprecia, promueve y protege el contenido local, pero está mal concebida.

La propuesta dictaminada por las Comisiones Unidas de Hacienda y Crédito Público y de Estudios Legislativos Segunda dice que la radiodifusión debe brindar los beneficios de la cultura a toda la población y fomentar los valores de la identidad nacional. Correcto. Pero los Over the Top (OTT) como Netflix, YouTube, Amazon Prime Video o Clarovideo no son televisión y —¡ya quisieran!— tampoco ofrecen sus contenidos a toda la población, porque requieren una conexión a Internet y una suscripción. La iniciativa confunde caballos con cebras que, aunque se parezcan, no son lo mismo.

El legislador no se acordó que en junio de 2016 el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) resolvió que servicios como Uno TV de Telmex no son un servicio de TV sino video, y que la información que transmiten se encuentra almacenada y se accede a ella sobre demanda.

El senador quiere obligar a los “prestadores de servicios de televisión de paga vía Internet” (los sigue llamando “televisión”) nacionales y extranjeros que cuenten con al menos 30% de contenidos nacionales dentro de sus catálogos. Caray, esa obligación no la tienen ni los canales de TV abierta y de paga que, a diferencia de las plataformas de video, sí explotan un recurso de la nación como lo es el espectro radioeléctrico.

El proponente pide que el IFT vigile el cumplimiento del porcentaje de producción nacional que debe prevalecer en los servicios de “televisión” por Internet; pero el regulador ni siquiera tiene esa facultad para la radiodifusión.

Ni los exhibidores de filmes tienen un porcentaje tan elevado; la Ley Federal de Cinematografía establece en su artículo 19 que reservarán 10% del tiempo total de exhibición para la proyección de películas nacionales en sus respectivas salas cinematográficas.

Peor aún: la iniciativa dice que la producción nacional será “generada por una persona física o moral que no forme parte de dicho agente o de su grupo de interés”. O sea, las películas, series y documentales originales de las plataformas producidas en México ¡no serían producción nacional! Es una locura. La película Roma de Alfonso Cuarón, producida en México por Netflix, no entraría en producción nacional. Tampoco Club de cuervos de Netflix, Un extraño enemigo de Prime Video o La hermandad de Clarovideo.

Hasta octubre de 2019, del catálogo de Netflix en México 9.6% eran contenidos en español, 61.7% en inglés y 38.3% en otros idiomas (Flixwatch). El contenido local es el talón de Aquiles de las plataformas globales. Su estrategia es escaso contenido local pero muy bien producido. El enfoque debiera ser el contrario: los OTT locales y las televisoras tendrían que realizar sus propios originales producidos localmente como un diferenciador. Estímulos y calidad, no obligatoriedad, son la clave.

El plazo para alcanzar el 30% serían 18 meses. Es obvio que la iniciativa monrealista no busca pluralidad ni promoción de contenidos independientes de calidad, sino que las plataformas de streaming de video compren catálogos, programas, series y transfieran rentas a las televisoras comerciales, las únicas que producen esa cantidad de horas. Con un ingreso seguro para ellas, el riesgo disminuye y la calidad también.

Ese contenido basura que nadie quiere ver, además del elevado precio de la TV de paga en México, han hecho huir a las audiencias de la TV tradicional al refugio de los OTT. La propuesta mata la innovación y la creatividad. Otra alternativa que encontrarían las plataformas es reducir el catálogo internacional para elevar la proporción de producción nacional, lo cual empobrece la oferta y la diversidad de contenidos.

Tenemos un problema grave cuando México, siendo el principal generador de contenidos audiovisuales en español, no está produciendo los contenidos relevantes en los formatos y características que les interesa comprar a las plataformas de video. España está realizando contenidos de calidad que en las apps de video se venden como “las mejores series españolas”. Senador Monreal: ¿cuáles producciones nacionales se pueden promocionar en los catálogos de streaming de video como las mejores series mexicanas?

El porcentaje de 30% está copiado de Europa. En 2018 el Consejo y el Parlamento europeos aprobaron una Directiva Audiovisual que obliga a los servicios de video sobre demanda a esa participación de contenidos europeos en sus catálogos. El Viejo Continente tiene 50 países y 747 millones de habitantes.

La copia también es mala porque ni siquiera prevé el etiquetado en los metadatos de los contenidos nacionales para facilitar la nueva carga regulatoria que tendría el IFT de verificar el porcentaje de producciones.

Senador Monreal: ¿quiere producción nacional en las plataformas de video?: cree condiciones, programas y fondos para la producción nacional independiente, incluidas incubadoras de industrias creativas; estimule financieramente a los medios públicos para que produzcan ficción y documentales de calidad; modifique la ley secundaria para que el regulador disponga de aportes no reembolsables para contenidos; reglamente el artículo 250 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, que dice que a fin de promover la producción nacional e independiente, “el Ejecutivo Federal impulsará medidas de financiamiento para estos sectores”; revise el capítulo 20 del T-Mec sobre propiedad intelectual donde México acepta promover innovación y creatividad.

Las plataformas de video quieren contenido local. Les conviene porque sostiene el crecimiento de suscriptores y abre la puerta a nuevos mercados. A la larga el buen contenido local en plataformas mina las audiencias de la TV abierta y de paga porque acelera la migración al streaming de video. Un analista de la consultora Ampere Analysis señala: “el contenido en el idioma local, producido localmente, es clave para el éxito actual y continuo de Netflix”. No necesitan obligarlas.

Jorge Bravo es presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi)

Twitter: @beltmondi

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