Se ha dicho que Disney+, el servicio de transmisión de video por suscripción del famoso conglomerado de medios que iniciará operaciones en México el 17 de noviembre, es competidor de Netflix, pero en realidad es complementario de las plataformas de streaming de video que ya existen en el mercado y buscará ser la segunda opción de los ávidos consumidores de video.
Aunque ofrezcan el mismo servicio de video sobre demanda, la estrategia de cada plataforma es diferente y sus audiencias también. The Walt Disney Company es una empresa de medios y entretenimiento y su nueva OTT Disney+ es una ventana de distribución adicional —pero no la más importante— a las que ya tiene en cines, TV abierta y señales de paga, con algunos contenidos exclusivos para atraer a los suscriptores.
Lo mismo podemos decir de otros servicios como Clarovideo de América Móvil, que se ofrece gratuitamente a los suscriptores de banda ancha fija o un plan de datos móviles, y cuyo objetivo es “fidelizar” al cliente con una oferta de contenidos online sin costo adicional. Clarovideo incluye otros modelos de negocio flexibles como servir de plataforma de distribución a otros servicios de streaming, con venta y renta de contenidos audiovisuales.
A pesar de que Walt Disney es una compañía casi cuatro veces más grande que Netflix en términos de ingresos (69,500 contra 20,100 millones de dólares en 2019, respectivamente) y gigantesca en número de empleados (223,000 vs. 8,600, respectivamente), tardó 22 años en visualizar, comprender y finalmente lanzar su propia plataforma de streaming en noviembre de 2019, cuando Netflix lo hizo desde 2007.
Walt Disney ya tuvo un intento tímido por incursionar en los OTT con el servicio a la carta Hulu, cuya inversión compartía originalmente con Comcast y Warner por los altos costos que implicaba su operación. Cuando Disney adquirió 21st Century Fox en marzo de 2019, alcanzó una participación mayoritaria de 60% en Hulu. Warner, por su parte, fue adquirido por el gigante de las telecomunicaciones AT&T, que abandonó la sociedad por compartir la administración de Hulu con un competidor directo en contenidos. Comcast, el único otro accionista en Hulu, anunció en mayo de 2019 que había acordado ceder su control de 33% de un incierto Hulu a Disney a partir de 2024.
Es probable que Disney+ crezca inicialmente rápido en número de suscriptores porque Netflix ya creó el mercado y ya pavimentó el camino para que lleguen otros competidores de streaming. Su rápido crecimiento depende de una intensa campaña de lanzamiento y su asociación con operadores de telecomunicaciones como Telmex e Izzi, que ofrecerán su servicio de Internet más Disney+, como ya lo hacen con Netflix, aprovechando una sola facturación.
La fortaleza de Disney+ son sus contenidos exitosos, probados y masivos producidos para las salas de cine y las pantallas de TV tradicional. La oferta arranca con los personajes entrañables de Disney, Pixar, Marvel, Star Wars y los documentales de National Geographic para atraer a las mismas audiencias infantiles, adolescentes y familiares que ya se conocen mutuamente. Es decir, el ADN de Disney+ sigue siendo el de una empresa de medios.
Un verdadero diferenciador con Netflix hubiera sido la oferta deportiva de ESPN —un as bajo la manga de Disney—, pero eso hubiera implicado un conflicto inicial y directo con los sistemas de TV de paga, cuyos únicos atractivos que les queda son los deportes en vivo, las señales de TV abierta donde no se ven bien y la costumbre de recibir parrillas de programación para quienes no se quieran molestar en buscar en un amplio catálogo de contenidos.
Por el contrario, Netflix es una empresa de Internet, de minería de datos, tecnológica, de contenidos personalizados, de nichos, de innovación y, muy importante, de contenido local de calidad. Nada de eso es Disney+. Netflix ofrece algo aún más valioso: es una plataforma “neutral” para las realizaciones audiovisuales independientes y los productores de todo el mundo. El crecimiento de Netflix depende de una mayor internacionalización y de incorporar contenido local relevante para atraer y penetrar en el gusto de los suscriptores en cada país.
Por el momento, yo no veo a Disney+ produciendo contenidos para sus suscriptores en México o de los mercados donde vaya incursionando, a menos que la regulación se lo obligue como ya ocurre en Europa y se pretende en México con la iniciativa de 30% de contenido nacional. No tendrá series turcas, surcoreanas, alemanas, francesas, nórdicas o africanas. Es su mismo flujo de contenido transnacional (sin duda exitoso, pero cuestionable en sí mismo) y profundamente estadounidense, porque es una empresa de medios masivos franquiciadora.
No es extraño que el contenido “original” gancho de Disney+ sea la serie The Mandalorian del universo Star Wars, que fascina a millones de fanáticos en el mundo a la saga galáctica creada por George Lucas, pero que sus propios aficionados ya han advertido un desgaste de la fórmula, típico del riesgo en la industria cultural de medios.
La pregunta es: cuántas veces más los seguidores de Disney querrán ver sus series y películas y si las nuevas producciones estarán de inmediato en la plataforma de streaming, al mismo tiempo o incluso antes de que se estrenen en la pantalla cinematográfica y de TV, algo en lo cual Netflix innovó. ¿Disney+ va a competir contra los éxitos de taquilla de Disney? El modelo de negocio del ratoncito Mickey Mouse indica que eso no va a ocurrir, por eso su OTT es sólo una ventana más de distribución.
Si parte del negocio de Disney es vender licencias, franquicias y contenidos, ¿qué es más rentable: ofrecerlos a terceros (incluido Netflix y otras plataformas), como siempre lo ha hecho, o lanzar su propio OTT que nace con pérdidas? ¿Un regulador de competencia podría obligar a Disney a no beneficiarse y no ofrecer en exclusiva su contenido en su propia plataforma de streaming?
No importa cuánto se le pueda acercar Disney+ a Netflix, la estrategia de la segunda es diametralmente diferente. Netflix sabe que los consumidores mantienen relaciones simultáneas con múltiples proveedores de entretenimiento. La competencia entre ambas plataformas no es esencialmente por el contenido relevante (claro que a Netflix le encantaría agregar a su catálogo las realizaciones de Disney y HBO).
Ante el competido mercado de entretenimiento en línea, Netflix quiere ganar los momentos de tiempo libre de los suscriptores. La empresa de Internet le llama a ese objetivo “ganar momentos de verdad”. “Al intentar ganar estos momentos con nuestros miembros, estamos mejorando continuamente nuestro servicio, incluida nuestra tecnología y nuestro contenido, que es cada vez más exclusivo y curado, e incluye nuestra propia programación.”
A diferencia de Disney que se especializa sólo en el entretenimiento, Netflix se enfoca en algo más valioso: su ecosistema basado en pantallas conectadas crea una experiencia para sus usuarios, busca mejorarla continuamente y deleitarlos con una combinación de contenidos, géneros y temáticas personalizadas. En su concepto de entretenimiento, de ganar el tiempo libre y los mejores momentos de esparcimiento de las personas y crear una experiencia para ellas, Netflix no tiene competidor.
Jorge Bravo es presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi).
Twitter: @beltmondi