Mónica Aspe, vicepresidenta de Asuntos Externos y Comunicación Corporativa de AT&T en México. Foto: Twitter @ATTMx

El operador estadounidense AT&T llegó a México por las condiciones favorables que creó para los competidores de Telmex-Telcel la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones, la legislación secundaria y la regulación asimétrica. AT&T (y cualquier otro operador extranjero) siempre pudo invertir en México, porque la inversión extranjera directa al 100% en telecomunicaciones móviles ya estaba permitida en la ley, pero fue el nuevo marco legal y regulatorio lo que motivó al proveedor con sede en Dallas a invertir en el país. Ahora AT&T está traicionando su ADN y quiere que toda la regulación le favorezca aún más, en lugar de sacar la chequera y plantear una estrategia comercial que sea el motor de su crecimiento y no los favores regulatorios.

Como todo operador dominante en cualquier país, el ADN de AT&T es la inversión por infraestructura, la amplia cobertura de su red y la expansión. Además, por las características del mercado y la regulación estadounidenses, AT&T tiene la posibilidad de comprar grandes bloques de espectro radioeléctrico y pequeños proveedores del mercado local. Adicionalmente, y esta cualidad no la tiene cualquiera, tiene el apalancamiento financiero para comprar otras empresas de por sí gigantes, como DirecTV y Time Warner, y consolidarse en mercados distintos al de telefonía y banda ancha como resultado de la convergencia, como la televisión de paga satelital, los medios y los contenidos. AT&T es visionario, innovador y entiende a la perfección cómo funciona la industria telecom.

AT&T es el operador de telecomunicaciones más grande del mundo por ingresos. En 2018 sus ingresos fueron de 170,756 millones de dólares y tuvo un ingreso neto de 19,953 millones de dólares. En comparación, para ese mismo año, los ingresos de América Móvil fueron de 52,747 millones de dólares (menos de una tercera parte de las ganancias del consorcio texano) y un beneficio neto de 2,770 millones de dólares).

No obstante, durante varios años AT&T se benefició (junto con el resto de la industria en México) de un régimen de gratuidad en las tarifas de interconexión. Es decir, el más rico de entre los ricos no pagó por varios años por utilizar la infraestructura y terminar las llamadas de sus clientes en la red del preponderante, hasta que la Suprema Corte resolvió la inscontitucionalidad del artículo 131 de la ley secundaria. Ello a costa del despliegue de la infraestructura en México.

Ahora, AT&T quiere más facilidades de acceso (porque ya lo tiene) efectivo a la red de fibra óptica de América Móvil. Durante el evento Mobile 360 de GSMA, Mónica Aspe, vicepresidenta de Asuntos Externos de AT&T, declaró que más que el espectro (AT&T tiene 33.7% del espectro, más que Telcel y Movistar), “el acceso a la fibra del preponderante es muy importante” para el despliegue de su red y servicios de quinta generación, que sólo será posible si y sólo si se tiene una red robusta de fibra óptica.

En 2013, el mismo año que se aprobó la reforma constitucional en México, el regulador estadounidente (FCC) concluyó su Revisión Trienal. En esa ocasión la FCC resolvió, entre otras cosas, que los operadores incumbentes como AT&T no estaban obligados a desagregar las nuevas redes de banda ancha, incluida la fibra óptica. El regulador reconoció que la desagregación afectaba los incentivos para la inversión y defendió la competencia por inversión en infraestructura de banda ancha. Es decir, le dio la razón a AT&T y a los demás operadores que requieren certeza jurídica e incentivos para la inversión en redes de nueva generación.

Telmex tiene la red de fibra óptica más extensa de México con 300,000 kilómetros. Sin embargo, la penetración de fibra óptica en México es apenas de 26%, según el Anuario Estadístico 2018 del Instituto Federal de Telecomunicaciones. Es decir, todavía falta instalar mucha fibra óptica en el país, pero los planes de AT&T son utilizar la infraestructura de Telmex.

La incursión de AT&T al mercado mexicano trajo aspectos positivos. De entrada, consolidó el mercado al pasar de 4 a 3 operadores móviles. Como lo sabe hacer, desembolsó 4,375 millones de dólares para comprar los activos de Iusacell (2,500 millones de dólares) en noviembre de 2014 y de Nextel (1,875 millones de dólares) en enero de 2015. Por cierto, en junio de 2014 AT&T vendió el 8% de acciones que poseía en América Móvil, equivalentes a 5,565 millones de dólares, para financiar la compra de DirecTV pero sobre todo para preparar su entrada al mercado mexicano, con lo cual pudo adquirir las redes de Iusacell-Nextel y hasta le sobró dinero.

Posteriormente, anunció una inversión adicional de 3,000 millones de dólares a tres años hasta 2018. Inició una contraproducente pero entendible guerra de precios que ayudó a que México tenga una de las tarifas móviles más asequibles de América Latina y del mundo. Eliminó el roaming entre México y EUA; algo que le hubiera llevado años al regulador, AT&T lo logró con una decisión comercial que de inmediato fue imitada por sus competidores en ambos lados de la frontera. AT&T también integró un mercado norteamericano de telecomunicaciones de 400 millones de habitantes y enfocó su estrategia en desplegar su propia red 4G LTE, atraer a los jóvenes e impulsar el uso de smartphones para un mayor consumo de datos móviles.

A pesar de todos esos esfuerzos, AT&T no ha alcanzado los resultados y la rentabilidad que esperaba. Peor aún, arrastrando las ineficiencias de las redes que adquirió, desde abril-junio de 2018 es el operador líder en inconformidades de usuarios, superando al fijo Telmex por cuatro trimestres consecutivos. Desde octubre-diciembre de 2018, AT&T es el proveedor con más quejas por ¡portabilidad no consentida! Es inaceptable, desde cualquier punto de vista, que AT&T posea trofeos tan ominosos ante la percepción de los usuarios. Fue el propio procurador Federal del Consumidor quien declaró que la causa de las quejas de los usuarios contra AT&T y otros proveedores era por falta de inversión.

Un operador que ha desembolsado 133,900 millones de dólares en adquirir DirecTV (48.5 millones de dólares) y Time Warner (85.4 millones de dólares) no puede pichicatearle la inversión en redes y fibra óptica que México necesita. El esfuerzo de AT&T ha sido grande, pero todavía insuficiente y esperamos más de un proveedor gigante que en Estados Unidos ostenta la billetera y compite por inversión en infraestructura.

Pero las razones de AT&T son más profundas y estructurales. Estados Unidos no es líder en fibra óptica y eso compromete su avance en 5G. En 2015 ocupaba la posición 18 entre las economías de la OCDE: su penetración de fibra óptica ese año era de 9.4%, muy por debajo del promedio de 17.9% de la OCDE, e ¡inferior a la de México (10%) ese mismo año!

En su libro Fiber, la destacada investigadora Susan Crawford revela que AT&T se enfocó en ser un proveedor principalmente inalámbrico:

  • “La fibra era un gasto de capital demasiado alto para que los accionistas lo tragaran”.
  • “AT&T tiene mucha fibra oscura, pero no está obligado a arrendarla a empresas externas y, por lo tanto, no lo hace”.
  • “Necesitamos asegurarnos de que la fibra esté disponible para arrendamiento en cualquier lugar”.

¿Así o más claro?

Así como México no es el muro de Estados Unidos, así tampoco la fibra óptica instalada en México puede subsidiar los servicios 5G de AT&T sin que este proveedor haga su propia inversión.

Jorge Bravo es analista de medios y telecomunicaciones.

Twitter: @beltmondi

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