Modelo iPhone de Apple.

Las Sociedades de Gestión Colectiva (SGC) vuelven a atacar. Insisten en que los fabricantes e importadores de equipos tecnológicos que permiten realizar copias y/o reproducción de música, videos, imágenes o libros paguen una remuneración compensatoria.

Sí, sólo por el hecho de vender un smartphone, fotocopiadora o lector electrónico de libros, estos fabricantes tienen que darle dinero a las SGC. Es una especie de uso de suelo digital o moche digital, como de forma atinada le han llamado algunos analistas. 

Esta nueva intentona de las SGC recuerda escenas emblemáticas del cine de pandilleros, cuando los gángsters acuden a los negocios a cobrar su cuota. Las SGC van a pasar con los fabricantes de equipos tecnológicos a exigir su remuneración compensatoria de manera indistinta por cada dispositivo que vendan.

La iniciativa presentada por los senadores morenistas Ricardo Monreal y Alejandro Armenta Mier, el priísta Miguel Ángel Osorio Chong y el perredista Miguel Ángel Mancera pretende modificar el artículo 40 de la Ley Federal del Derecho de Autor para que los titulares de los derechos patrimoniales de autor tengan el derecho irrenunciable a exigir una remuneración compensatoria por cualquier copia o reproducción de sus obras hecha sin su autorización.

(El senador Monreal ya ha sido autor de otras iniciativas que pretenden controlar el ecosistema digital: quiso regular las redes sociales en materia de libertad de expresión, pretendió obligar a Netflix a comprar 30% de su catálogo a productores audiovisuales locales e intentó desaparecer al Instituto Federal de Telecomunicaciones.) 

Las Sociedades de Gestión Colectiva son estructuras que representan los intereses de los titulares de derechos de autor, intérpretes, ejecutantes y se dedican a la gestión colectiva de los derechos de propiedad intelectual. Su negocio es la administración y recaudación de las licencias de uso de las obras protegidas por derechos de autor y conexos.

Al inicio decía que las SGC vuelven a atacar. Esta nueva iniciativa recuerda la propuesta fallida del entonces diputado Sergio Mayer (Morena), quien quería que fabricantes, importadores y distribuidores de equipos que permiten la reproducción de contenidos, pagaran a las SGC por cualquier copia privada de canciones, películas o libros almacenados en los dispositivos. 

Como recuerda la Cámara Nacional de la Industria Electrónica, de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (Canieti) en un documento dirigido a los presidentes de las Comisiones Unidas de Economía y Estudios Legislativos Segunda (donde está en dictamen la iniciativa), la entonces Ley Mayer fue desechada “por contener excesos legislativos con los que se pretendía beneficiar a un grupo de interés distinto [las SGC] al de los titulares de los derechos patrimoniales de autor”. 

La iniciativa de Monreal, Armenta Mier, Osorio Chong y Mancera es desproporcionada porque presupone que todo comprador de un equipo electrónico realiza copias privadas con el dispositivo. 

En otro pronunciamiento, la Asociación Latinoamericana de Internet (ALAI) explica que “el proyecto no considera que los hábitos de consumo han cambiado y hacen obsoleta la necesidad de realizar copias, debido a las plataformas de streaming. Mediante las plataformas streaming de música, los autores y compositores obtienen regalías en función de la cantidad de reproducciones mensuales que se realicen de su contenido”.

Ingenuamente, la iniciativa de los senadores estipula que “por ningún motivo, la remuneración compensatoria por reproducción podrá trasladarse a los precios que pagan los consumidores finales de los productos”. Pero eso es exactamente lo que va a ocurrir. 

La ALAI acierta al decir que, “de prosperar esta reforma, se encarecerá y entorpecerá el acceso a dispositivos electrónicos necesarios para que las y los mexicanos puedan aprovechar las oportunidades del mundo digital”. 

La propuesta introduce incertidumbre a los fabricantes, porque el Instituto Nacional del Derecho de Autor será el que establezca anualmente las tarifas.

Peor aún, la propuesta crea laberintos burocráticos. Dice que los fabricantes obligados al pago de la remuneración compensatoria podrán en los 90 días posteriores al gravamen solicitar ante las SGC la devolución del pago si los compradores fueron del sector público federal, estatal y municipal, el Congreso de la Unión, de los estados, el Poder Judicial, así como los turistas extranjeros. 

Si los autores, fotógrafos, escritores, pintores o historietistas fantasean con que esta iniciativa les retribuirá por sus obras, están engañandos. La iniciativa dice que “las SGC, después de deducir los gastos de administración y cobranza [su negocio], podrán destinar hasta 25% del monto que reciban por la remuneración compensatoria a programas de promoción cultural y asistencial”. 

Es decir, como la de Mayer en su momento, la iniciativa de Monreal, Armenta, Osorio Chong y Mancera no beneficia a los verdaderos autores y creadores. 

Los proponentes reconocen que las SGC son opacas: “a fin de transparentar los montos y destino de lo recaudado por concepto de remuneración compensatoria”, les piden crear un sitio web donde se publicará la información relacionada con equipos, montos, destino de lo recaudado y beneficios. 

Las SGC tienen la oportunidad de aprovechar las tecnologías digitales para mejorar su eficiencia y ofrecer servicios innovadores a sus miembros. Una visión de futuro para las SGC es el uso de tecnologías para mejorar la gestión y distribución de los ingresos generados por las licencias protegidas por derechos de autor. Pueden utilizar blockchain para aumentar la transparencia y la confianza en el proceso de distribución de ingresos.

En lugar de cobrar a los fabricantes, las SGC deben desarrollar nuevos modelos de negocio y servicios que aprovechen las tecnologías para mejorar la promoción y comercialización de las obras de sus miembros. Colaborar con plataformas de streaming para ofrecer nuevas oportunidades de difusión y monetización de las obras protegidas por derechos de autor.

Las SGC deben convertirse en líderes de la transformación digital en la gestión de los derechos de autor y conexos, en lugar de sofisticar y legitimar el gangsterismo, ahora en el mundo digital. 

Jorge Bravo es presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi).

Twitter: @beltmondi

Suscríbete a mi newsletter sobre privacidad y sociedad de la información: economía digital, comercio electrónico, periodismo. La publico cada martes a las 6am.

Puedes darte de baja en cualquier momento dando clic en el enlace de cancelación de suscripción de mis correos electrónicos.
Acá, mi aviso de privacidad y el de Mailchimp (Intuit), el servicio que uso para el envío de newsletters.

Comentarios

economicon