Big Tech, las empresas que hacen todo. Ilustración original de Nayelly Tenorio
Big Tech, las empresas que hacen todo. Ilustración original de Nayelly Tenorio

Amazon ya es la “tienda de todo”. Ahora quiere ser tu doctor. Amazon ya ofrece servicios de comercio electrónico, de streaming de libros, cómics, video, música y videojuegos, de tiendas de abarrotes, de producción cinematográfica, de servicios marítimos, de servicios de asistencia por voz, de servicios de comunicación satelitales, de hospedaje de información en la nube, de fabricación de software y hardware… Amazon ahora quiere involucrarse físicamente con tu cuerpo y tu salud.

Algunas compañías Big Tech se parecen cada vez más a Wayne Enterprises, la corporación de la familia de Bruce Wayne (Batman), que tiene un pie en la seguridad, la salud, la biotecnología, la alimentación, el comercio, la logística, el entretenimiento, las infraestructuras… 

Amazon anunció un acuerdo para comprar la red de consultorios médicos One Medical (razón social: 1Life Healthcare Inc.), que ofrece atención médica a 8,000 corporaciones privadas. La operación será de 3,900 millones de dólares y significa la tercera mayor adquisición en la historia de la compañía: compró la cadena de supermercados Whole Foods en 2017 por 13,700 millones de dólares y la productora de cine MGM Studios en 2021 por 8,450 millones de dólares.

La integración de One Medical al catálogo de Amazon es parte de la transformación de la “tienda de todo” en la “empresa que hace todo”. Si la operación es aprobada por el Gobierno, One Medical será el coloso sobre el cual Amazon soportará su vertical de servicios de salud privados. En 2018 adquirió la cadena de farmacias en línea PillPack y, un año después, la startup tecnológica Health Navigator, que fabrica software para la atención médica virtual.

El objetivo de convertirse en una “empresa que hace todo” no es exclusivo de Amazon.

Google ofrece servicios de búsqueda, de publicidad digital, de resguardo de información en la nube. Fabrica software de oficina y hardware (teléfonos, computadoras, aparatos para la asistencia por voz) y provee telecomunicaciones y streaming.

Alphabet Inc., la compañía propietaria de Google, tiene empresas de investigación biotecnológica, inteligencia artificial, financiamiento de compañías tecnológicas, robótica, autos autónomos y drones, videojuegos…

El empresario de tecnología Elon Musk, la persona más acaudalada del planeta, tiene huella en los vehículos eléctricos (Tesla), los servicios satelitales (Starlink), la energía (SolarCity), las neurociencias (Neuralink), las infraestructuras (The Boring Company/Hyperloop) y la industria aeroespacial (SpaceX).

Sus aspiraciones son universales y llevan la bandera del progreso, ideales heredados del Renacimiento, cuando las ganas de abarcarlo todo impulsaron emprendimientos que parecían imposibles para controlar el mundo y la naturaleza.

Los casos de Amazon y Alphabet son posibles porque sus tesorerías son inagotables. La rápida migración del mundo a la era digital permitió a estas compañías consolidar poderes casi monopólicos en sus sectores originarios y emprender la aventura a nuevos territorios.

A diferencia de la ACME Corporation, habitual en las caricaturas del Correcaminos y Wile E. Coyote, los desastres provocados por las tecnologías de las Big Tech son menos evidentes y a veces se confunden con hacer la vida más sencilla y llevadera.

Sus tecnologías ya son capaces de predecir el comportamiento, de inyectar emociones y de producir adicción. Pueden influir en el subconsciente y alterar la personalidad. Sus algoritmos intoxican el debate público y socavan la democracia. El máximo hito será retrasar la muerte de algunos humanos o abolirla definitivamente.

Wayne Enterprises también tiene su parte oscura. De hecho, la parte oscura es la que más interesa a sus accionistas y a su director general, Lucius Fox. Opera siempre al límite de la ley y generalmente cruzando la frontera éticas. Financia campañas políticas y emprendimientos sociales. Es una corporación posible en una sociedad degradada y marchita como la de Gotham City, gestionada por el crimen y la corrupción.

Quizá sólo nos falte la confirmación pública de que las Big Tech también han creado un fondo para financiar el trabajo de justicieros independientes, como Batman, para luchar por lo que estas compañías entiendan por justicia y legalidad. 

La reacción de los Estados para controlar a las Big Tech puede llegar demasiado tarde, cuando los Estados ya sean controlados por estas corporaciones. Aún tenemos tiempo de detener ese futuro inspirado en la ficción y los dibujos animados.

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