José de Jesús Ramírez Sánchez, secretario ejecutivo del Inai, en una imagen de 2018. Foto: Inai
José de Jesús Ramírez Sánchez, secretario ejecutivo del Inai, en una imagen de 2018. Foto: Inai

Comisionada presidenta del instituto de transparencia y datos personales, “le comunico mi decisión de no presentar mi renuncia que me fue requerida a nombre de los integrantes del Pleno”, escribió en una carta fechada el 18 de mayo José de Jesús Ramírez Sánchez, secretario ejecutivo del Inai. Renunciar “para mí implicaría aceptar actos de falta de ética institucional y del trato indigno que se me dio al pedírmela”, explicó el funcionario en la carta, a la que tuve acceso anoche.

José de Jesús Ramírez Sánchez se le pidió que renuncie al Inai para que su puesto lo asuma Rosendoevgueni Monterrey Chepov, quien hasta el 31 de marzo pasado ocupó una plaza en el máximo órgano ejecutivo de ese instituto: el Pleno, una mesa colegiada de 7 comisionados elegidos por el Senado de la República.

Como dos personas no pueden ocupar el mismo cargo, se exigió la renuncia a Ramírez Sánchez para abrirle camino a Monterrey.

La negativa de Ramírez Sánchez a renunciar, como le comunicó a la comisionada presidenta Blanca Lilia Ibarra Cadena en su carta, agrava una crisis política y laboral en el instituto que le ha puesto en la mira de defensores y detractores por algo que se considera de poquísima ética.

De regreso a la oficina

Monterrey Chepov fue reincorporado al Inai por decisión unánime de la máxima autoridad del instituto el 4 de mayo. Ese día, otro excomisionado corrió con la misma suerte: Óscar Guerra Ford, quien fue elegido como secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Transparencia.

Los mandatos constitucionales de Guerra y Monterrey como comisionados concluyeron el 31 de marzo. Guerra y Monterrey pasaron 8 años participando de las decisiones de más alto nivel en el Inai. El plan de sus antiguos pares es que regresen como subordinados el 1 de junio, con un salario cada uno de 125,000 pesos netos al mes, 10,000 pesos menos que cuando eran comisionados.

El Consejo Consultivo del Inai, un grupo ciudadano de vigilancia y acompañamiento del instituto, pidió transparentar los motivos para favorecer a Monterrey y Guerra. Pero esos motivos no existen en documentos: se consensuaron en los pasillos del Inai, cuando la comisionada Ibarra Cadena se encontraba de comisión oficial en Uruguay.

En una votación que duró menos de tres minutos, todos los comisionados aprobaron la reincorporación de los excompañeros.

“A favor, naturalmente”, dijo Francisco Javier Acuña Llamas. “Por supuesto, a favor”, dijo Adrián Alcalá Méndez. Los votos de Norma Julieta del Río Venegas Josefina Román Vergara fueron en el mismo sentido.

“A favor también”, dijo Ibarra Cadena por videollamada desde Punta del Este.

Operación Desastre

Parecía que la incorporación de Monterrey como titular de la Secretaría Ejecutiva del Inai —responsable de las relaciones públicas nacionales e internacionales del instituto— no tendría mayores problemas que los reproches al Inai de parte de trabajadores y de la opinión pública.

El caso de Guerra no presentaba complicaciones: el anterior secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Transparencia había renunciado en coincidencia con el fin del mandato de los comisionados, el 31 de marzo, algo que ahorró muchos dolores de cabeza.

Pero llegó la carta de Ramírez Sánchez y su negativa a renunciar: “Después de reflexionar con mayor ecuanimidad y escuchar los argumentos o comentarios de compañeras y compañeros”, escribió Ramírez Sánchez, “le manifiesto [comisionada presidenta Ibarra] con todo respeto y garantía de la libertad de expresión, mi inconformidad, reprobación y sorpresa de la decisión del Pleno”.

Si ya había fuego en el edificio de cristal del Inai en el sur de la Ciudad de México, hoy el lugar se encamina para zona de desastre.

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