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La tecnología tiene la capacidad de emitir alertas, prevenir el delito y evitar tragedias como la ocurrida en el estadio Corregidora de Querétaro.

La violencia ocurrida durante el encuentro de Gallos vs. Atlas el domingo 6 de marzo pudo evitarse si los gobiernos invirtieran más en redes y tecnologías de seguridad pública y si los dueños de los estadios y de los equipos deportivos también colaboraran con la instalación de estos nuevos sistemas.

La tecnología de reconocimiento facial y de siluetas es auxiliar de la protección ciudadana y se puede utilizar para detectar rostros con alta precisión en tiempo real, determinar la edad, el género y la raza de las personas que acuden a un estadio o incluso eliminar estos sesgos.

Con esta información e inteligencia de datos, las autoridades pueden responder rápidamente a las amenazas, identificar sospechosos, potenciales agresores, prevenir, disuadir y desactivar situaciones de crimen, violencia o antisociales.

Entre más rápido se pueda reaccionar a una situación de amenaza con ayuda de la tecnología, menor será la probabilidad de peligro, violencia y de que las personas pongan en riesgo su integridad.

En ocasiones estas tecnologías son objeto de suspicacia en términos de derechos humanos porque son soluciones algorítmicas de banda ancha que se basan en la recolección, comparación e identificación de datos personales.

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Se teme que la privacidad y el uso de datos personales y biométricos sea objeto de mal uso por parte de las autoridades o de los agentes privados que utilizan estas tecnologías con fines publicitarios. Sin embargo, cumplen una función positiva de interés público y protección ciudadana cuando se hace un uso oportuno y correcto de las mismas, lo cual puede incluir políticas de privacidad y eliminación de datos no esenciales.

En países como Estados Unidos o Inglaterra, la mayoría de los estadios, arenas y de los equipos cuentan con tecnología de reconocimiento facial como una herramienta de seguridad, aunque también se utiliza para identificar datos sociodemográficos, estados de ánimo, para mejorar la experiencia de los aficionados al deporte y obtener ingresos de patrocinadores.

Los estadios modernos cuentan con cámaras de alta resolución para capturar imágenes faciales de los aficionados, incluso en entornos con poca luz y llenos de gente.

Estas cámaras tienen integradas soluciones de software de Inteligencia Artificial, Deep Learning, Big Data y Analítica de Datos para reconocer rasgos faciales, siluetas, edad, género y raza. Los algoritmos tienen la capacidad de perfeccionarse constantemente con nuevos conjuntos de datos.

Pueden identificar objetos como armas, tubos o navajas. También identificar niños extraviados entre una multitud de personas. Pero lo más importante es que puede hacer match con el rostro de malosos como delincuentes, narcotraficantes, terroristas o fanáticos prohibidos, identificarlos para su captura o mantenerlos fuera de los estadios para la protección de los aficionados. 

Lo anterior es posible porque las tecnologías son interoperables con los sistemas de videovigilancia, es posible compartir la información con las agencias de seguridad y también pueden aprovechar las bases de datos de las fuerzas del orden locales, estatales y nacionales.

Estas tecnologías y plataformas tienen una ventaja adicional: sus sistemas son auditables y permiten preservar la cadena de custodia de la información, por lo que su uso responsable ayuda a las autoridades y los jueces a integrar expedientes judiciales y emitir sentencias objetivas basadas en evidencias.

El uso de la tecnología en los estadios para prevenir la violencia no es nuevo. El gobierno de Reino Unido implementó políticas de fondo para erradicar a los llamados hooligans de los estadios después de la tragedia de 1989 cuando murieron 96 personas.

Entre otras medidas, como entender las raíces sociales de la violencia hooligan, se crearon circuitos cerrados de televisión, ubicación estratégica de cámaras en los estadios, así como modernos sistemas de identificación de los hinchas integrantes de las barras mediante lectores de huellas digitales y bancos de datos.

Actualmente, los lugares en los estadios están numerados, no tanto para organizar a los aficionados como para saber quién está sentado en un lugar en caso de necesidad de identificación.

El conjunto de medidas que en su momento tomó el gobierno de Margaret Tatcher en 1990 otorgó un plazo de 9 años a todos los equipos afiliados a la federación de fútbol local para implementar las medidas, adecuar los estadios o incluso construir nuevos. El gobierno incluso otorgó créditos fiscales a los equipos porque comprendió que la inversión que se requería era considerable.

Si queremos estadios seguros, en un ambiente familiar, que la industria del deporte prospere en su negocio y organizar grandes eventos deportivos como la Copa Mundial de la FIFA, el gobierno, los dueños de las arenas y de los clubes deben tomar medidas drásticas para comprender las causas de la violencia, pero también tomar medidas que incluyen invertir y adoptar tecnologías innovadoras para maximizar la seguridad y la protección ciudadana.

Jorge Bravo es presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi).

Twitter: @beltmondi

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