Ilustración original de Nayelly Tenorio.

El presidente López Obrador inauguró la pista de una base aérea militar inaugurada en 1952. Las autoridades de Salud iniciaron una campaña de vacunación masiva sin vacunas suficientes para alcanzar el grado de “masiva”. El Gobierno federal sorteó un avión que no se ha terminado de pagar donde el principal premio no era un avión sino algunos cientos de miles de pesos. Todo es política. No importa si el mensaje construye una realidad incomprobable, lo que importa es el mensaje: que la voz del Gobierno esté siempre presente, que sea mayoritaria y, si se puede, que sea la única.

De todos los ejercicios de comunicación del Gobierno de López Obrador, el que mejor funciona es el de las conferencias de cada mañana en Palacio Nacional. Este ejercicio lleva más de dos años activo, protagonizado por el presidente y una serie de preguntones a modo que muchas veces parece un talk show de la exdiputada y actriz Carmen Salinas, con la mujer barbuda, el hombre lobo y el extraterrestre prototípico entre la audiencia. Hasta en las mejores familias, se llamaba el programa.

Desde que se inició su gobierno, López Obrador ha encabezado más de 540 conferencias con el formato de “las mañaneras”: él en un estrado, con micrófono, hablando sin límite de tiempo y respondiendo preguntas de los asistentes —muchas veces, como dice el clásico, más que preguntas, comentarios para dejarle la pelota directo a gol. El programa también tiene invitados: funcionarios de gobierno y empresarios que participan en coreografías para robustecer o insistir en determinadas ideas.

Considerando los estudios demoscópicos, las mañaneras consiguen sus objetivos políticos. Las encuestas sobre el desempeño presidencial colocan a López Obrador con alrededor de 60% de aprobación, mientras que la Encuesta Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (Enaid) sirve para documentar el éxito de las mañaneras. Van 3 hallazgos de esta encuesta del Inegi y el Inai.

1. Aumentó la confianza en la información de gobierno. La confianza en lo que dice el gobierno durante el primer año de López Obrador creció 10 puntos porcentuales en términos generales entre 2015 y 2019. En concreto, la confianza en la información que comunica el gobierno pasó de 50% a 60%.

Enaid 2019: nivel de confianza en la información que ofrece el gobierno. La confianza en la información de gobierno aumentó 10 puntos porcentuales en términos generales entre 2015 y 2019. En 2015, por ejemplo, había un nivel de desconfianza de 61% sobre los contratos de obra pública, uno de los asuntos con el mayor riesgo de corrupción y desvío de fondos públicos. En 2019, ese nivel bajó a 52%, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales 2019 (Enaid). En sueldos y salarios de los empleados públicos, la confianza aumentó 16 puntos porcentuales. El tema de salarios ha sido una de las principales banderas de López Obrador.

2. Aumentó la confianza porque se percibe más información difundida. Hay más confianza en la información que comunica el gobierno porque las personas consideran que existe una mayor difusión de esa información. La pura percepción de que hay más información de gobierno —comunicada principalmente por medios audiovisuales: televisión e internet— es suficiente para que los ciudadanos otorguen mayor confianza en lo que dice el propio gobierno.

Se confía más en la información de gobierno porque tiene más difusión. Que la información de gobierno se difunda influye en la confianza que los ciudadanos tienen sobre esa información. La difusión es el atributo mejor calificado por los ciudadanos por encima de si dicha información es confiable, verificable, está completa o es imparcial. Este hallazgo se encuentra en la Encuesta Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales 2019 (Enaid), realizada por el Inegi a petición del Inai. Por otra parte, que la información de gobierno sea confiable o que sea verificable tuvo menor impacto en la confianza de los ciudadanos respecto a la encuesta previa.

3. A más difusión, entonces, mayor confianza. El resultado es que con mayor información de gobierno comunicada —sin importar que sea verificable, que sea oportuna, que esté completa— hay más confianza en esa información. No importa que los mensajes sean equivocados o abiertamente falsos, importa que haya mensajes. Todo es política.

Se confía más en la información de gobierno que en la prensa. La confianza en la información de gobierno creció 10 puntos porcentuales en términos generales entre 2015 y 2019, según los resultados de la Encuesta Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales 2019 (Enaid). En sentido contrario, la confianza general en los medios de comunicación disminuyó 4 puntos en el mismo periodo, al pasar de 57% a 53%, de acuerdo con los resultados para México del Edelman Trust Barometer. La crisis de confianza en las noticias ha impactado incluso entre los consumidores de un mismo medio: este indicador cayó 10 puntos de 2019 a 2020, según el capítulo para México del Digital News Report del Reuters Institute.

Las mañaneras de López Obrador no son un ejercicio de rendición de cuentas, en el que se ofrece transparencia y se argumentan las decisiones durante el ejercicio del poder. Las mañaneras son un ejercicio de saturación discursiva. Y funcionan, por eso el Gobierno replica el formato con otros protagonistas y con temáticas especializadas. Del funcionario neoliberal secretista pasamos al funcionario transformador lengua suelta. A la audiencia objetivo le encanta.

La prensa, metida en su propia crisis de confianza, está siendo incapaz de colocarse como contrapeso del discurso dominante: los consumidores de noticias desconfían cada vez más incluso de los medios de los que son seguidores. De la oposición, ni hablar: hay tan pocos cuadros serios y de peso que vamos camino a olvidar el significado político-electoral de esa palabra.

Los resultados de la Enaid son una señal sobre la manera en que los ciudadanos tomarán decisiones en el futuro. Y el futuro más inmediato está en el ámbito electoral. ¿Ahora ya saben quién volverá a ganar?

Este artículo se publicó en El Economista el 14 de febrero de 2021.

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