Publicaciones impresas en la Ciudad de México, el 2 de marzo de 2020. Foto: JSG

El contexto para la producción de periódicos en México está lleno de nubes negras. Y la difusión del coronavirus Covid-19 empeoró cualquier pronóstico. Las consecuencias todavía son imprevisibles, pero cuatro diarios en Puebla ya suspendieron sus ediciones impresas, lo mismo que el popular La Sirena de Sinaloa.

“Vas a ver menos periódicos, más libros en el iPad”, dijo el empresario Miguel Rincón Arredondo a la revista Forbes en su portada de marzo. La predicción quizá debió tomarse como advertencia, porque está a punto de hacerse realidad. Bio Pappel, de Rincón Arredondo, es el principal fabricante de papel para periódico en México y el lunes anunció un aumento de 25% a los precios de este producto. El anuncio es otra nube negra sobre la industria de los periódicos, tan negra como el humor involuntario de Forbes, que llamó al empresario “El sembrador de optimismo”.

La industria de periódicos en México enfrenta una cadena de malas noticias: disminución de los ingresos por circulación, caída drástica del dinero para publicidad oficial federal, migración de los lectores a los formatos digitales y concentración de los presupuestos publicitarios en manos de dos actores: Google y Facebook. Para algunas compañías periodísticas, el aumento de precios de Bio Pappel hará que el kilo de papel periódico pase de 14 pesos a 17.50 más IVA, una combinación demoledora en una coyuntura complicadísima.

A esta tormenta perfecta hay que sumar la crisis sanitaria y económica que está produciendo la difusión del coronavirus Covid-19, de alcances todavía imprevisibles. Mientras dure la contingencia, tres periódicos de Puebla han tomado la decisión de suspender la impresión de sus ediciones: El Popular (tiraje promedio de 19,629 unidades, según el padrón de medios de la Secretaría de Gobernación), Intolerancia (34,357 unidades, según el padrón), La Opinión (13,253 unidades, según el padrón) y Cambio (sin datos).

Otras compañías aprovecharán la situación para eliminar productos impresos y reconcentrar esfuerzos, como hará El Debate de Sinaloa con la desaparición a partir de este miércoles del periódico popular La Sirena (con edición en Culiacán, Mazatlán y Los Mochis). En otros casos, la emergencia sanitaria y un menor número de actividades de agenda pública, como eventos deportivos y de espectáculos, han llevado a reducir el número de páginas de las ediciones impresas.

Portada de la revista Forbes de marzo de 2020, con Miguel Rincón Arredondo, “El sembrador de optimismo”.

El comunicado de Bio Pappel

El anuncio de Bio Pappel, difundido en un comunicado a través de su subsidiaria Scribe, dedicada al papel para impresión, justificó el aumento de precios en el tipo de cambio peso-dólar, que “lleva al día de hoy una devaluación acumulada del 35%”, y a factores de la cadena logística de suministros clave, “que si bien continúan suministrándose, tienen ya desfases importantes”.

El Economista buscó un comentario vía telefónica de parte de Bio Pappel, pero ni en sus oficinas corporativas ni en las oficinas de Scribe fue posible contactar con ningún ejecutivo.

Bio Pappel envió el comunicado a sus clientes el lunes 23 de marzo y con él dejó sin efecto un aumento de precios de 10% que la compañía había anunciado apenas cinco días antes: “Nos vemos en la necesidad de reconsiderar nuestro comunicado del pasado 18 de marzo, el cual deja de tener efecto”, se lee en el segundo párrafo.

La noticia de Bio Pappel tampoco se produce en un momento de esplendor para la compañía, propietaria de las marcas Scribe (cuadernos), Titán (empaques) y McKinley (envases y envolturas), que opera 31 plantas industriales (28 en México, 2 en Estados Unidos y 1 en Colombia) y cuenta con 15,000 empleados.

Durante 2019, Bio Pappel reportó una caída en sus ventas de 2 por ciento, como consecuencia de la estancamiento económico en México. En 2020, sus títulos en la Bolsa han perdido 36% de valor desde el 31 de enero, cuando alcanzaron su mejor valor del año (22.86 pesos por título), hasta el lunes 23 de marzo, cuando registraron el precio más bajo (14.48 pesos). Hay que decir que a su principal competencia tampoco le ha ido bien: las acciones de Kimberly Clark pasaron de 41.49 pesos por papel el 21 de enero (mejor nivel de 2020) a 32.15 pesos el 23 de marzo, una depreciación de 22 por ciento.

Bio Pappel había anunciado un aumento de precios de 10% el 18 de marzo; el comunicado de este lunes dejó sin efecto esa medida y anunció un aumento de 25%.

Una industria obligada a reinventarse

La industria de los periódicos está obligada a reinventarse. Las condiciones financieras del sector y la migración de los lectores a los entornos digitales, sumado a la reducción de los presupuestos de publicidad oficial federal y el papel dominante de Google y Facebook en la captación de la inversión publicitaria, hacían previsible la desaparición de algunas cabeceras durante 2020. La crisis del coronavirus lo ha acelerado todo. Y nadie sabe cómo van a terminar las cosas.

Quizá exista una certeza: el coronavirus dejará profundas cicatrices. Una de ellas puede ser sobre el viejo proyecto de hacer que los lectores paguen por el contenido, luego de casi cinco lustros de gratuidad noticiosa en internet. 2020 parecía el año para que se masificara la instalación de los llamados muros de pago (paywall), pero se atravesó Covid-19.

Y como parte del mar revuelto, a pesar de que las compañías periodísticas están registrando un aumento masivo en las visitas a su contenido en línea, derivado de la necesidad de información sobre el coronavirus, ese crecimiento del tráfico digital no se refleja en mayores ingresos publicitarios, debido a que las marcas evitan relacionar su imagen con la de una enfermedad para la que aún no existe siquiera una vacuna y, mucho menos, un punto final.

En este contexto, el anuncio de Bio Pappel es otro balde de agua fría en una industria que no ve con claridad si su futuro significa negocio. O por lo menos no el negocio que fue hace años. Por eso quizá valga la pena escuchar al optimista Miguel Rincón Arredondo… ¿y correr a comprar iPads?

Este artículo originalmente se publicó en El Economista el 24 de marzo de 2020.

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