Movistar usará la infraestructura activa de AT&T para ofrecer servicios móviles 3G y 4G, por lo cual dejará de invertir en infraestructura propia de transmisión. Foto: Movistar MX

1. Inversiones a la baja: Telcel, AT&T y Telefónica

México: felicidades, lograste casi lo imposible: espantar y expulsar la inversión en telecomunicaciones que tanto necesita el país.

América Móvil anunció inversiones por más de 7, 150 millones de dólares en Brasil los próximos tres años (más de 138,000 millones de pesos), para capacidad de infraestructura y nuevos servicios. El anuncio fue en presencia del presidente brasileño, Jair Bolsonaro. Brasil es un mercado convergente y AMX alcanzó 58.9 millones de suscriptores a septiembre de 2019. Previamente, la empresa mexicana adquirió las operaciones de Nextel Brasil, Telefónica Guatemala y Telefónica El Salvador (esta última bajo revisión regulatoria) por 1,553 millones de dólares. Es decir, ya había dado señales de que destinaría sus inversiones a otros territorios distintos a México.

La última vez que América Móvil anunció inversiones en México fue el 16 de julio de 2015, cuando Daniel Hajj, director general de América Móvil, adelantó una inversión de 6,000 millones de dólares para el trienio 2016-2018. Al tipo de cambio interbancario del Banco de México de ese día (15.81 pesos por dólar), la inversión equivalía a 94,860 millones de pesos durante tres años hasta 2018.

Cifras del Banco de Información de Telecomunicaciones señalan que América Móvil destinó en ese trienio 72,376 millones de pesos, cifra inferior a la comprometida. Una vez más se demuestra que el marco regulatorio emanado de la reforma constitucional y la ley secundaria no sólo no estimula la inversión, la espanta y la expulsa. Las autoridades sectoriales, regulatorias y la industria deberían estar preocupadas porque inversiones que podrían ser mayores en México se están destinando a otros territorios que claramente sí las impulsan.

2. La desinversión de Telefónica y su colusión con AT&T

Telefónica anunció un convenio de capacidad de última milla inalámbrica con AT&T. El comunicado de la empresa española dice que el acuerdo “favorece la competencia en el sector al permitir una mejor asignación de recursos para conectar a más mexicanos y fortalecer la capacidad para seguir compitiendo en un mercado dominado por un agente preponderante”, con lo cual reconoce el uso ineficiente de los recursos espectrales y de la red de la compañía.

Movistar usará la infraestructura activa de AT&T para ofrecer servicios móviles 3G y 4G, por lo cual dejará de invertir en infraestructura propia de transmisión. Esta noticia coloca nubarrones sobre proveedores de equipos de red como Ericsson, Nokia y Huawei, entre muchos otros, que reducirán sus ventas al operador español.

Telefónica tendrá que desprenderse de frecuencias que ya no necesitará, pues utilizará las de AT&T. Se trata de una metamorfosis hacia un Operador Móvil Virtual que tiene concesión para todo, excepto intenciones para invertir. Se ahorrará el pago de derechos por el uso del espectro que ya no explotará, pero también recortará inversiones en infraestructura, una mala noticia para las necesidades de conectividad de México.

Telefónica, ¿cómo pretendes conectar a más mexicanos si comenzaste a desmontar tu red, devolverás espectro porque no tienes dinero para pagarlo y dependerás de otra infraestructura a la cual no le interesa crecer más allá de los mercados rentables? No quieras timarnos con mensajes de “continuar invirtiendo en México” cuando lo que iniciaste fue una desinversión. En los eventos de telecomunicaciones siempre se escucha el reclamo de los asistentes de que “Telefónica se la pasa chillando”; ahora los gimoteos de Movistar tomarán el tono de quien prepara su escapatoria.

La reforma en materia de telecomunicaciones prometió mayor competencia entre proveedores, pero para efectos prácticos la primera y segunda redes móviles se “fusionan”, yo diría que se coluden; México va en camino de tener dos redes móviles: Telcel (76.1 millones de suscriptores) y AT&T-Telefónica (46.1 millones de conexiones), situación inusual que no tendría inconveniente si no fuera porque la segunda red no tiene intenciones de invertir.

Quienes desde el gobierno, el Poder Legislativo y el ahora Instituto Federal de Telecomunicaciones impulsaron una reforma constitucional, una legislación y una regulación para favorecer las pretensiones de AT&T-Telefónica acaban de convertir su éxito en fracaso.

El 25 de junio de 2015 Randall Stephenson, CEO de AT&T, anunció una inversión de 3,000 millones de dólares para los próximos tres años hasta 2018. Ese día el dólar interbancario se cotizaba en 15.50 pesos, por lo que la inversión equivalía en ese momento a 46,500 millones de pesos. Al final, AT&T sólo invirtió 31,169 millones de pesos en el trienio, incumpliendo su compromiso. El entorno regulatorio no sólo inhibió las inversiones de Telcel, también las de AT&T. Telefónica apenas invirtió en tres años 8,757 millones de pesos con 27.5 millones de accesos, menos que la inversión de Altán Redes (8,872 millones de pesos) para la Red Compartida, que no ha publicado cuántos usuarios tiene.

3. El futuro de la Red Compartida de Altán Redes

Llama la atención que Telefónica haya contratado la capacidad inalámbrica de última milla de AT&T pero no haya hecho lo mismo con la Red Compartida. Y es que el 11 de noviembre el Consejo de Administración de Altán Redes designó a Salvador Álvarez Valdés como nuevo Director General, en sustitución de Javier Salgado Leirado.

Salvador Valdés fue CEO de Maxcom y Nextel. Para mí el mensaje de Altán Redes es que se contrató a un ejecutivo profesional en la reestructuración (algunos le llaman “quiebra”) y venta de activos de telecomunicaciones, y que su próximo logro será la Red Compartida. Otra mala señal, aunque esta última siempre vista y anunciada para esa asociación público-privada.

Lo anterior puede acelerarse por la modificación a las condiciones del contrato de Altán Redes por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, para que despliegue la Red Compartida en el 7.5% del país más alejado, desatendido y vulnerable que no tiene acceso a servicios de telecomunicaciones, donde debió haber iniciado si la anterior administración federal no hubiera sido tan laxa con el objetivo social de la Red Compartida.

“Fugas” de inversión a otros países, “preventa” de suscriptores, futura devolución de espectro, desinversión de facto y contratación de profesionales en “reestructuración” de empresas de telecomunicaciones son señales que van a comenzar a causar interferencias perjudiciales en el sector telecom en México.

Jorge Bravo es presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi).

Twitter: @beltmondi

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