El panorama de los contenidos audiovisuales, de video y televisión en México se ha ampliado gracias a las tecnologías digitales. Cantidad no significa diversidad ni calidad, pero es indudable que la oferta y la demanda se han expandido.

Previo a la irrupción del video en plataformas digitales, los contenidos audiovisuales eran un recurso escaso. Quienes poseían una licencia para explotar televisión abierta y/o restringida eran los únicos productores y distribuidores de contenidos; si la competencia estaba acotada, la diversidad y la calidad también estaban disminuidas. Esas concesiones son esenciales para la industria pero ahora las televisoras no son las únicas en distribuir contenidos. Existe una abundancia de video y, con ella, un desafío para la sostenibilidad de los modelos de negocio. Además, debemos distinguir entre contenidos regulados y los que no lo están, con impactos evidentes en las narrativas, pues no es lo mismo producir para televisión abierta que para Netflix.

En el ecosistema audiovisual tenemos la TV abierta con su modelo de negocio basado en la publicidad, las audiencias masivas o de nicho y la venta de licencias. Compiten Televisa, TV Azteca, Imagen Televisión y próximamente se sumarán 32 frecuencias de TV local, incluidos cuatro nuevos participantes en el sector de la radiodifusión. La principal ventaja de la TV abierta es que todavía atrae el mayor porcentaje de inversión publicitaria, su cobertura es masiva y su influencia considerable. Sus contenidos insignia son deportes, eventos especiales y en vivo.

Pero si la TV comercial persiste en el mero entretenimiento, en creer que satisface lo que el público pide y en producir con estándares inferiores y hacia lo vulgar, el modelo puede perder valor y estancarse en la descripción que hiciera Emilio El Tigre Azcárraga del propio medio: “La televisión no es para los ricos (…) sino para los jodidos, los que no leen y que aguardan a que llegue el entretenimiento”.

Dentro de la TV abierta también se encuentra la oferta de los medios públicos: estaciones y/o sistemas de gobiernos estatales, universidades, legislativos, judiciales, educativos y culturales, todos ellos sin fines de lucro y financiados con recursos públicos. Aunque existe una importante infraestructura de frecuencias para los medios públicos, éstos no tienen un lugar destacado en el ecosistema de medios. La Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México tiene 64 afiliados, de los cuales 50 son sistemas de radio y televisión concesionados a gobiernos estatales e instituciones educativas. Los medios públicos son marginales pero también forman parte del panorama audiovisual. Con mucho o poco presupuesto su función social radica en elevar el nivel cultural, educativo y cívico de la población a través de los contenidos que transmiten: “Llevar lo mejor de todo al mayor número de hogares”, como dijera en 1924 John Reith, primer director de la BBC británica.

Dentro de la TV de paga regulada existen sistemas de cable y satelitales. El modelo de negocio es la suscripción y la publicidad local. Distribuyen las señales de los grandes estudios de cine y de producción de contenidos relevante y premium, sobre todo de Estados Unidos. Estas señales son internacionales y suelen coincidir de un sistema de TV de paga a otro. Sin embargo, sobre todo para los sistemas de cable, comienza a tener más valor el acceso a la banda ancha que al video, o bien las ofertas triple play. Además, enfrentan la competencia de los operadores Over the Top (OTT) que proporcionan video bajo demanda por suscripción vía streaming. Las desconexiones o cord-cutting y las elevadas tarifas de paquetes son los fantasma que amenazan con detener el crecimiento de los sistemas tradicionales de TV de paga.

Ahora hay que abordar el contenido audiovisual no regulado, cuando irrumpió YouTube y rápidamente atrajo a los jóvenes con videos musicales y de todo tipo. YouTube se convirtió en una de las plataformas predilectas para el entretenimiento de los jóvenes con sólo estar conectados a Internet y sin pagar por el acceso a la plataforma. La cantidad de los contenidos no ha sido un tema de discusión porque el usuario selecciona los videos y temas que le interesan del enorme cúmulo de videos que usuarios, organizaciones y empresas suben a la red.

A nivel global (y en México), después de Google, YouTube es el segundo sitio más visitado en Internet (Alexa). Durante 2017 cada minuto se vieron 4.1 millones de videos (Cumulus Media) y se subieron 300 horas de video en el mismo lapso de tiempo (FortuneLords). Según la Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales 2016 del IFT, 90% de los consultados prefieren YouTube para acceder a contenidos en Internet.

Plataformas por las que accede a contenidos en Internet. IFT-ENCCA 2016.

También proliferan contenidos audiovisuales en las redes sociales colocados por los usuarios de Twitter, Facebook o Snapchat. Las dos primeras redes han creado servicios premium en los cuales cobran una suscripción por acceder a contenido deportivo. Infinidad de medios en Internet (sobre todo informativos) ofrecen sus propios videos o “canales de TV”, algunos colocados en YouTube y otros en sus sitios web. En Twitter y Facebook también se puede transmitir en vivo. El video nos inunda.

Finalmente, están los OTT como Netflix, Clarovideo, HBO Go, Amazon Prime Video, entre otros proveedores. Su modelo de negocio es más flexible e incluye suscripción y/o venta y renta de series y películas. Su diferenciador es la calidad y las temáticas de las producciones que ofrecen y la variedad o particularidad de su catálogo en streaming. Al término de 2017 se contaban en México 10.5 millones de usuarios de video streaming por suscripción (Statista). Después de EUA y Brasil, México posee el catálogo más numeroso de películas, series y videos de Netflix con 3,525 contenidos. El 22 por ciento de los mexicanos accede a contenidos a través de esa plataforma de video. En EUA Netflix está a punto de alcanzar –y con seguridad rebasará– al total de suscriptores de TV de cable.

En su TV and Media 2016, Ericsson afirma: “la porción del tiempo total de visualización para el contenido de TV lineal ha disminuido 16 por ciento desde 2010. Al mismo tiempo, la visualización bajo demanda (series de TV, películas y otros programas de televisión) y los videos cortos han captado una parte cada vez mayor del tiempo total de visualización, aumentando 50 y 86 por ciento, respectivamente. En total, todos los tipos de visualización bajo demanda representan 43 por ciento de toda la visualización activa”.

El video en Internet y redes sociales ha ganado un espacio relevante y compite con la TV abierta por la atención del consumidor. El tiempo que los reguladores demoraron en generar mayores condiciones de competencia en el mercado audiovisual fue aprovechado por la evolución tecnológica. Aun sin resolverse los problemas de competencia, el video digital inundó el ecosistema audiovisual. Los hábitos de los consumidores de contenido audiovisuales han cambiado y con ellos los modelos de negocio, las propuestas y narrativas audiovisuales.

Jorge Bravo es analista de medios y telecomunicaciones.
Twitter: @beltmondi

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