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Tomar un respiro de Facebook, dice el investigador Morten Tromholt, tiene efectos positivos en dos dimensiones del bienestar: nuestra satisfacción de vida se incrementa y nuestras emociones se vuelven más positivas. «Millones de horas son empleadas en Facebook cada día. Sin duda estamos mejor comunicados que nunca, ¿pero toda esta nueva conectividad contribuye a nuestro bienestar? La respuesta es no. De hecho, los usos más habituales de Facebook —como una herramienta de comunicación, para saber de la vida de otros o como pasatiempo— está afectando nuestro bienestar en varias dimensiones», escribió Tromholt, del Departamento de Sociología de la Universidad de Copenhague, para la edición de noviembre de la revista Cyberpsychology, Behavior, and Social Networking.

Las conclusiones de Tromholt se basan en un experimento que realizó en 2015 con 1,095 personas, a las que separó en dos grupos: el de tratamiento, que dejó de utilizar Facebook durante una semana, y el de control, que siguió utilizando la red social de la misma manera como lo hacía antes del estudio. De acuerdo con Tromholt, los participantes que dejaron de usar la red social durante una semana mostraron niveles significativamente altos de satisfacción y una mejoría en su vida emocional. El reporte no ofrece mayores datos sobre los resultados obtenidos de las variables dependientes de Tromholt: satisfacción de vida y emociones (entusiasmo, felicidad, soledad, regocijo, depresión, tristeza, decisión, enojo y preocupación); y tampoco sobre las independientes: intensidad de uso (en la Escala de Intensidad de Facebook), envidia de Facebook (la comparación social que pueden provocar las publicaciones de amigos) y el uso activo o pasivo de esa red social. Pero contribuye a la confirmación de que, dejar Facebook —o dedicarle menos horas de uso— puede mejorar la calidad de vida de las personas.

“Estos hallazgos indican que podría no ser necesario dejar de Facebook para la sensación de bienestar, pues bastaría un ajuste en los comportamientos de uso para causar un cambio potencial. Para aclarar las cosas, si se es un usuario intensivo de Facebook, podría utilizarse la red con menor frecuencia para aumentar el bienestar. Y si uno tiende a sentir envidia, se podrían evitar los muros de los amigos que la provocan”, escribió Tromholt. Parece una receta para calentar el agua, incluso una ingenuidad, pero se agradece que alguien se tome el tiempo de encontrarle fundamento científico.

Voy a contar mi caso. Facebook me provocaba ansiedad. En febrero pasado reduje mi uso de la red casi a cero. Me volví un usuario pasivo y esporádico. Borré la aplicación de mi teléfono móvil y dejé de tener una pestaña de mi navegador dedicada a Facebook. No fue mi primer intento: en junio de 2014 pasé más de 30 horas eliminando posts y comentarios que hice desde 2009. Mi misantropía había provocado que los medios de comunicación tomaran por asalto mi timeline y lo volvieran —en el caso de los medios mexicanos— una ensalada de lo mismo. Aquí tres ejemplos:

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No soy una mejor persona después de 10 meses sin Facebook, tampoco disminuí mi misantropía ni revaloré el sentido de la amistad. Sólo estoy satisfecho por ahorrarme buenas dosis de la violencia que comparten los medios de comunicación y que me he perdido horas de videos de #Lords y #Ladies humillados por su incompetencia social por la «minoría ridícula y extravagante» descrita por Jon Ronson.

En su estudio sobre las “consecuencias emocionales” de 2014, Christina Sagioglou y Tobias Greitemeyer encontraron que el uso de Facebook provoca un deterioro inmediato en el estado de ánimo de las personas, debido principalmente a una sensación de haber perdido el tiempo mientras se navega en esa red social. De acuerdo con Sagioglou y Greitemeyer, los usuarios cometemos el error de pronosticar que al iniciar sesión en Facebook nos encontraremos una cascada de sentimientos positivos, cuando en realidad ocurre todo lo contrario, cita Tromholt en su reporte. “Las personas, por lo general, perciben Facebook como una fuente de sentimientos positivos. Uno podría preguntarse, entonces, por qué tantas personas utilizan Facebook si ya se ha cuestionado los efectos de la red social como negativos para el bienestar de las personas”, dice.

Y quizá la pregunta tampoco tenga una respuesta única y escalable. En mi caso, podría eliminar todas las cuentas de medios de comunicación mexicanos, pero no creo que contribuya con suficiencia a mejorar mi sensación de bienestar: el país no pone de su parte.

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