Diego Luna, en una función de Privacidad en el teatro Insurgentes. Foto: Cortesía Privacidad, dirigida por Francisco Franco

El activista Edward Snowden ha debutado en el teatro Insurgentes leyendo un fragmento de La tempestad de Shakespeare. Es un parlamento de Calibán de la obra que narra el exilio de Próspero y sus conjuros para recuperar el Ducado de Milán. Pero aquí —no podía ser de otra forma— Snowden contribuye a una argumentación a favor del derecho a no ser molestado y en la que las palabras de Calibán —la representación del colonizado, del esclavo primitivo, del ser inferior— se vuelven una metáfora de una sociedad donde el respeto a la vida privada convive en equilibrio con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Snowden —refugiado en Moscú desde que en 2013 filtró miles de documentos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por su sigla en inglés) que revelaron un programa de espionaje masivo— lee las siguientes líneas que Calibán le dice a Stéfano, mayordomo de Próspero (recupero la traducción de Marcelo Cohen y Graciela Speranza):

No temas, la isla está llena de rumores,
ruidos y aires dulces que deleitan y no hieren.
A veces oigo vibrar mil cuerdas en un rasguido;
a veces voces, que aun si hubiese despertado
de un largo sueño, me harían dormir
de nuevo; y entonces soñaría que las nubes
se abren y dejan ver tantas riquezas
a punto de llover sobre mí, que si despertara
lloraría por soñar una vez más.

«Con esta obra no queremos que las personas tiren sus teléfonos ni que eliminen sus perfiles de las redes sociales. De lo que se trata es de ser conscientes de la información que entregamos en internet, de ser felices con lo que esa transacción significa y de tener el control», dijo en una entrevista con Interview James Graham, escritor de Privacidad y quien reclutó a Snowden para la obra. Privacidad es un catálogo de las maneras como los sistemas tecnológicos de uso doméstico registran y posibilitan el perfilamiento de los ciudadanos, con fines mercadológicos, comerciales y políticos. Es una obra interactiva que invita a la audiencia a ser parte de los mecanismos de retención de datos personales, en un ejercicio artístico para evidenciar que nos encaminamos hacia una sociedad donde cada cosa, desde el teléfono móvil hasta la heladera, funcionará como sensor de la actividad humana.

Como hilo narrativo, Privacidad cuenta la historia de un escritor con capacidades sociales limitadas, que no puede relacionarse con las personas ni en la vida real ni en entornos digitales. En el original londinense, el papel es interpretado por Daniel Radcliffe (Harry Potter), mientras que en la versión mexicana lo alternan Diego Luna y Luis Gerardo Méndez bajo la dirección de Francisco Franco. Privacidad quiere ser “un viaje a través de Internet para conocer el lado más luminoso y más oscuro de la red» para llegar a un lugar donde «recuperar la conversación, el tiempo juntos y el silencio», dijo Franco en la presentación de la obra en México, en septiembre pasado.

Privacidad funciona como una suerte de teatro documental (docudrama), donde la ficción alterna con “participaciones” de expertos que estudian las consecuencias de la digitalización —como Sherry Turkle (Reclaiming conversation, 2015) o Siva Vaidhyanathan (The Googlization of Everything, 2011)— e “invita” al escenario a emprendedores de Silicon Valley, políticos y periodistas. Privacidad es un viaje a la exhibición de la vida privada, una obra poderosa, divertida y, al mismo tiempo, estremecedora. Un viaje obligado hacia la nueva normalidad de la privacidad.

Les dejo esta charla de Sherry Turkle para Ted:

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