Milhouse Van Houten, The Simpson.

Plántese frente al televisor y exíjale lo que realmente quiere ver. Haga oír su voz ante esa tecnología sorda de más de 60 años. Háblele a la TV como lo hace con su teléfono inteligente o tableta que sí escuchan. Dígale a la TV que las reglas, consumos y hábitos los dicta usted y nunca más el aparato o el programador. Enséñele cómo se va a consumir el video en el futuro.

Señálele que lo de hoy es la “espotificación”: la adopción de las características, tecnologías, lenguajes y hábitos de consumo en las plataformas digitales por parte de los medios tradicionales. También se llama “otetización”, porque estas tendencias provienen de las empresas Over the Top (OTT) como Spotify, Netflix o WhatsApp en la música, el video o la mensajería instantánea, respectivamente, que se están imponiendo de forma acelerada.

Recuerde que en el origen los contenidos audiovisuales, las telecomunicaciones y la informática estaban separadas. Ahora son servicios convergentes. El dispositivo móvil es el paradigma de la integración y la apropiación.

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La convergencia no es nueva pero ya existen las condiciones tecnológicas y de conectividad para que cualquier servicio pueda ser ofrecido a través de cualquier red y dispositivo de acceso. Esa es la visión de AT&T al pretender adquirir la operación y los contenidos premium de Time Warner.

La tendencia que busca imponer la fusión AT&T-Time Warner va a ser determinante, pero tampoco es novedosa. En su momento Telefónica se adelantó al integrar contenidos a su red pero la conectividad y la penetración de dispositivos aún era limitada. El consorcio francés Vivendi operó redes pero prefirió desprenderse de ellas —GVT en Brasil y SFR en Francia— para enfocarse en la producción de contenidos. América Móvil no se enfrascó en una pelea estéril con los OTT y lanzó su propia plataforma (Clarovideo) que compite con Netflix.

Ya existen las redes que soportarán servicios de alta calidad y capacidad. La tendencia es hacia entregar los contenidos que el usuario demande en el momento que lo desee y en el dispositivo que prefiera, en ocasiones en varios equipos a la vez.

Una tendencia es el video sobre demanda que se adapta a la perfección a la disponibilidad y hábitos de los usuarios, cada vez menos atentos al contenido en vivo: los videos cortos para el smartphone y las series y películas para la tableta, laptop, computadora de escritorio o pantalla de TV. El total de horas de visualización en la TV lineal tradicional ha disminuido 16% desde el 2016, en tanto que la visualización de video sobre demanda ha crecido 43% (Ericsson TV and Media 2016).

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La práctica asociada al video on demand es el binge viewing o “borrachera de video”: cuando el usuario ve varios capítulos o temporadas enteras de series de televisión en plataformas como Netflix, Clarovideo o Amazon Prime. Netflix ya resolvió que sus suscriptores descarguen los contenidos con Wi-Fi para verlos más tarde sin agotar el plan de datos móviles.

Estos maratones de video se han convertido en una exigencia de Netflix para comprar series a los productores. Netflix coloca de una sola vez toda la temporada y con ello asegura la atención de sus suscriptores y el tráfico de video a través de su plataforma. En Estados Unidos el promedio diario de consumo de video en Netflix es de 91 minutos; la TV tradicional demanda 129 minutos, pero va a la baja (Ericsson, 2016).

Otra tendencia es el contenido en catálogo y la creación de listas de reproducción, sobre todo en los OTT de música pero también de streaming de video: las mejores películas de suspenso, los documentales más vistos… La play list destruye el modelo de programación o parrilla de la TV abierta y de paga porque es el usuario —y no el programador— quien decide lo que quiere ver o escuchar, con base en sus gustos y contenidos relacionados.

Pero como la parrilla de programación sigue siendo un modelo vigente y útil para el consumidor que espera una propuesta de contenidos, la “otetización” introdujo las listas de reproducción curadas: un experto recomienda, comenta y orienta los contenidos para que el usuario los consuma previa recomendación. Una práctica museística es adoptada por las plataformas digitales para crear modelos de negocios y atraer a suscriptores que ya son usuarios de otros OTT, como Tidal en música.

Las plataformas de video también podrían ser curadas por directores de cine, productores, actores o críticos reputados.

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Pero no vayamos tan deprisa. Lo que se ha logrado en música es más complicado en video. Las restricciones regulatorias, las tecnologías heredadas, la competencia entre plataformas pero sobre todo los intricados derechos de autor y de propiedad dificultan otra tendencia: las estaciones lineales personalizadas.

Llegado el momento de convergencia e integración el usuario podrá seleccionar transmisiones en vivo, video bajo demanda y contenidos de proveedores alternativos y diseñar y modificar su propio canal lineal o programación, a la medida y de forma modular, como cuando configuramos una aplicación y seleccionamos la información y los temas que queremos consultar. Todo ello a través de un mismo proveedor o plataforma, lo que se denomina TV Everywhere.

Finalmente, las cuentas personalizadas por algoritmos. Las plataformas pueden dar servicio a varios usuarios a la vez, cada uno con un acceso personalizado. Así se conservan preferencias, gustos, historial, ambiente y recomendaciones para cada integrante de la familia –con controles parentales– en una misma plataforma. Esto es así porque la materia prima de los OTT son los datos personales, y cada usuario tiene su propio ADN digital.

Contenidos por catálogo, sobre demanda, multiplataforma, binge viewing y personalización son la forma como el usuario está devorando el video, la música e incluso los libros.

Jorge Bravo es analista de medios y telecomunicaciones.
Su cuenta en Twitter es @beltmondi

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